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Ayer El País sacó un emotivo reportaje sobre María José Chamizo, una mujer con ELA que falleció hace tres días después de pasar una evitable agonía por culpa de una ley que no le dejó ser dueña de su vida. Quería morir, acabar con su sufrimiento y descansar de una vez. Pero en España la eutanasia está prohibida y Malu, como era conocida por sus amigos, tuvo que esperar hasta que su corazón dijo basta, desamparada por unas normas que dicen defender la vida, pero que hacen todo lo contrario. Le dan la espalda.
«No quiero sufrir, vivir así no es vivir», repetía esta madrileña víctima de una enfermedad que encarcela a la persona en su cuerpo. Más del 20% de pacientes que sufren Esclerosis Lateral Amiotrófica desean acabar con todo cuanto antes. Saben que es imposible recuperarse, mejorar, y tienen que pasar la tortura de ver como cada día sus músculos se van paralizando y atrofiando progresivamente. Carecen de calidad de vida. «Es la enfermedad más paradigmática, en la que el afectado no quiere llegar hasta el final porque sabe que el deterioro y la muerte son inevitables», explica Fernando Marín, vicepresidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente y luchador incansable por la aprobación de un derecho fundamental.
Y no son solo los aquejados de ELA -aunque por las características de esta enfermedad, sí los que más lo demandan- los que tienen que sufrir las incongruencias del sistema y no ser libres de decidir sobre su vida. Un 5% de las personas con cáncer también solicitan el suicidio asistido, una autonomía que se les niega incomprensiblemente.
Porque aunque Casado diga que la eutanasia en España no es un problema -se ve que el hombre tiene la suerte de no contar con ningún ser querido en una situación así de desesperada-, el PSOE trata que esta norma de tanta trascendencia social salga adelante en el Congreso. Cuenta con apoyos suficientes pero Ciudadanos tiene que dar su brazo a torcer para que se desbloquee la medida, algo que de momento no tiene pinta de que vaya a suceder.
Y no tiene sentido. ¿Quién tiene más derecho que nosotros mismos a decidir si queremos vivir o morir? Si una persona posee todas sus capacidades mentales, su vida debería depender única y exclusivamente de sí mismo, y no de lo que diga una ley absurda y retrograda. Así ocurre en Holanda y en otros tantos países, y además es, según las encuestas, lo que quieren la mayoría de españoles. Ya va siendo hora de aprobar un derecho que urge.
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