Un caso de estudio
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Andan los directivos de Cajasiete explicando su particular milagro de los panes y los pecesSi no se ha hecho ya, supongo que se hará algún día: una tesis doctoral que analice el caso de Cajasiete, una entidad financiera que ha sabido mantenerse en las islas contra el viento y la marea del sector en toda España y que logra resultados positivos en los peores contextos. Más aún: ha conseguido que un momento de tanta incertidumbre en el negocio financiero, con muchos bancos cerrando oficinas y reinventándose, fuese la ventana ideal en el tiempo para consolidar una marca con claro sabor canario. Y para hacer de esa canariedad parte de su ADN, sin renunciar por ello a que entre su clientela pueda estar gente nacida en cualquier lugar.
Andan estos días los directivos de Cajasiete en su particular peregrinación anual explicando su milagro de los panes y los peces: ser rentables cuando todo invitaba a cerrar el negocio. Los números están ahí y son incontestables: un ratio de solvencia al cierre de 2021 del 19%; casi 16 millones de euros de resultados antes de impuestos, con un nivel de eficiencia del 50,3%; 280.000 clientes, de los que uno de cada cinco es socio (estamos hablando de una entidad cooperativa de crédito); 1.942 millones de euros en créditos a la clientela; y 2.942 millones de euros en depósitos, con un aumento del 7,3%.
Pero más allá de las grandes cifras está la realidad del día a día y, sobre todo, poner alma a los números y carne y hueso a la gestión. En tiempos de digitalización, de teletrabajo y de dar por supuesto que todo el mundo entiende lo que recibe en un mensaje por correo o por el móvil, las entidades que siguen valorando el trato personal (ya sea presencial o telefónico) tienen más fácil ganarse a la clientela. Y sospecho que Cajasiete está entre ellas. En ese sentido, no está de más recordar que la iniciativa de un señor de cierta edad que alertó sobre la despersonalización del sector financiero consiguió un éxito inesperado y obligó a la gran banca a asumir su error y hacer firme propósito de enmienda (o eso dijeron para quedar bien, porque da la sensación de que hubo más de promesa de puertas afuera que de cambios reales de puertas adentro).
Hubo un tiempo no muy lejano que hablar de cajas de ahorros en Canarias era obligado por su importancia en el tejido financiero, la realidad económica y también la social. Eso se fue por el garete, no tanto porque se impusiera la realidad como porque hubo dejación institucional. Ya no hay margen para dar marcha atrás pero por eso mismo es todavía más meritorio que haya quien mantenga ese nombre ('caja') y presente esos números.
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