Hay que estar entrenido
Frecuencia modulada ·
«Ya resulta 'normal' que Pedro Sánchez apruebe el decreto de ayudas europeas gracias a Vox»Nada como estar entretenido para perder la conciencia de lo que ocurre en la vida real. Da igual que fuera llueva a mares cuando estás bajo el techo de una sala de cine y Carmen Maura tiene un ataque de nervios. Poco importa que el termómetro marque 44 grados si Rafael Nadal juega en la tele otra final de Roland Garros. Hasta el mundo puede pararse en seco si Freddie Mercury vuelve a actuar en el estadio de Wenbley. ¿Qué más da que el Gobierno de Pedro Sánchez haya salvado su último decreto gracias a Vox si los mortales pasamos el rato memorizando las últimas restricciones covid en nuestro pueblo o calle?
La política de este país vive su particular espectáculo del esperpento mientras los ciudadanos se conforman con evitar contagiarse del virus, mantener su puesto de trabajo y pensar que algún día veremos todo este tiempo como una pesadilla del pasado. Esa distracción generalizada explica que lo ocurrido la semana pasada en el Congreso de los Diputados se añada, como un simple fotograma más, al cajón colectivo de sinrazón en el que vivimos desde hace casi un año.
Ya resulta 'normal' que, gracias a la abstención de la ultraderecha, el PSOE y Podemos logren aprobar el decreto de ayudas europeas. Tan 'aceptable' como que el Ejecutivo progresista alargara en mayo del año pasado el estado de alarma con el apoyo de Ciudadanos y, solo un mes más tarde, hiciera lo mismo con el respaldo de Bildu a cambio de derogar la reforma laboral. Tampoco hay que rasgarse las vestiduras cuandp Salvador Illa es la nueva esperanza blanca socialista para las elecciones catalanas o el ya exministro de Sanidad permanece en el cargo unas semanas más tras anunciarse su candidatura. Hay que ser muy pero que muy tiquismiquis para fijarse en esos detalles del guión con la que está cayendo fuera.
Ese despego generalizado de la política ya era una realidad en este país antes de la pandemia, primero debido a la corrupción de unos y otros, y después por la incapacidad de los partidos para pactar por el bien común pese a lo que dijeran las urnas. La mejor prueba de ese divorcio entre partidos y ciudadanos se encuentra en el incremento imparable de la abstención. También el auge de las formaciones extremistas tiene mucho que ver con ese desgaste de la democracia española y de un sistema bipartidista que a la larga se torció perverso. Esa eran las razones de antes para sostener el «todos son iguales». Las de ahora ya ni las recordamos. Mejor seguir entretenidos.