El estado real de la nación
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La España que sale del debate está condicionada por la incertidumbre económicaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
El presidente Pedro Sánchez convirtió esta semana el debate sobre el estado de la nación en una sesión destinada a dejar claro que quiere mantenerse al frente del Ejecutivo hasta agotar la legislatura y que está contento con su socio de gobierno y con los partidos que hicieron posible su investidura. Lo de menos fue abordar con profundidad el estado real del país, atenazado por una recesión cada vez más próxima ante la ralentización en el crecimiento y el efecto demoledor de una inflación en niveles históricos y que se consolida en el tiempo.
Sánchez está en su derecho de sentirse a gusto con sus socios y de evitar consensos con otras fuerzas. Otra cosa es que después esa alianza de gobierno sea endeble y que tanto Unidas Podemos como otros partidos del bloque de izquierdas y del espectro nacionalista se desmarquen del PSOE a las primeras de cambio en cuestiones de gran calado. De hecho, es lo que ha sucedido también esta semana en el Congreso y es, en la práctica, lo que viene ocurriendo por sistema. Como también están en su derecho los ciudadanos de censurar esas preferencias políticas de Sánchez, como ha ocurrido en el último año en Madrid, Castilla y León y Andalucía.
En cuanto al paquete de medidas anunciado por el jefe del Ejecutivo para afrontar los 'nubarrones' económicos, habrá que ver cómo se configuran esos nuevos impuestos a las empresas energéticas y a la banca. Como también habrá que ver la fundamentación jurídica de los mismos, pues la imposición sobrevenida y selectiva es, de entrada, sinónimo de inseguridad jurídica. Pero, sobre todo, preocupa que Pedro Sánchez no afrontase el grave problema de un país con un endeudamiento público galopante, con una recaudación fiscal que se está nutriendo precisamente del incremento inflacionista y con una administración que sigue actuando muchas veces como un lastre para la iniciativa privada.
Acabado el debate, Pedro Sánchez se sentó con el presidente de Cataluña, Pere Aragonès, para avanzar en un diálogo marcado por el oscurantismo. Esa es otra vertiente del estado real de la nación, con un gobernante que parece preso de sus compromisos con ERC y Bildu.
La España que sale del debate está condicionada, por tanto, por la incertidumbre económica y por la certidumbre de que no hay garantía de que las medidas anunciadas vayan en la dirección correcta.
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