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La envidia

La envidia

Tribuna libre ·

Hay gente que quiere y desea que seamos todos igual de bajitos, y sencillamente envidian de forma enloquecida el éxito y prosperidad de los demás

Sábado, 11 de diciembre 2021, 08:09

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La sucesión de Inditex ha vertido generosos ríos de tinta. Que Amancio Ortega, su fundador y alma máter, decidiera a su edad, trasladar el testigo de su grupo a su hija Marta Ortega ha supuesto una convulsión en el poco flexible tejido empresarial español. Posiblemente de lo mejor expresado, por un cercano y directo conocimiento, es lo comentado por Venancio Salcines, quien indica que Marta Ortega no viene a sustituir a Pablo Isla, llega para ocupar el puesto de su padre. Viene a sustituir a Amancio Ortega. Es decir, la proyección estratégica de la compañía.

La apuesta del artífice de Inditex es arriesgada, en especial para un padre que acaba situando a su hija al frente de una organización empresarial compleja y tan polivalente como sometida a público escrutinio. La señora Ortega tiene la edad y la formación para ocuparse del grupo empresarial y ahora debe acometer el reto de recuperar la confianza de los mercados, esos sistemas tan sensibles y cobardes que en unas horas hicieron perder cerca de seis mil millones de euros al valor bursátil de la acción. Esta transición había que hacerla con Amancio Ortega en vida y estando en plenas facultades mentales. A buen seguro él será su principal maestro, y seguro que sus primeras decisiones serán debatidas y comentadas con su progenitor. Por tanto, este era el momento. Si no fuera así, también tengo absolutamente claro que a la familia Ortega, como legítimos propietarios de su firma, les importa un pimiento lo que un batata como yo piense o escriba. No se preocupen, para nada, por la bajada de precio de los títulos, a Inditex solo le queda futuro, mucho futuro. A los batatas, posiblemente también.

A los brókeres y agencias bursátiles no les agradan las sorpresas. El caso es que el Ibex 35 aprovechó el rebote de su principal valor, la textil con sede en Arteixo, para recuperar fuerzas e iniciar diciembre con un repunte del 1,8 %. La destacada multinacional recuperó al término de la jornada del miércoles un 4,5 %, situándose en los 29,11 euros por acción. Concretando en un día cayó un 6% tras el anuncio del relevo, aunque, con todo, en lo que va de año la cotizada gallega se revaloriza un 12 %. Son cerca de diez mil millones por encima de los ochenta y un mil millones con los que inició el presente ejercicio 2021.

Pero todas estas disquisiciones empresariales son pura metralla, comparado con las constantes, y ya tradicionales invectivas de lo más casposo de nuestra izquierda nacional. Hablo de tradición, porque cada vez que este hombre realiza una donación de las suyas, estos grandes prebostes de la humanidad empiezan con sus alaridos y quejas. Da lo mismo si son los 280 millones de euros de este año para los equipos de protonterapia, o los 328 millones del 2015 para equipamiento sanitario como mamógrafos digitales, o los 60 millones donados el año pasado…son muchos los ejemplos y siempre con la misma airada reacción.

Resulta lamentable que una pijoprogre como Lilith Verstrynge, que no ha generado nada en su cómoda y burguesa vida, se permita tachar de defraudador fiscal a Amancio Ortega. Hay gente que quiere y desea que seamos todos igual de bajitos, y sencillamente envidian de forma enloquecida el éxito y prosperidad de los demás. Si, además, ese éxito es generoso y solidario, ya es que se les disuelven las neuronas.

Ahora, con el tema de la sucesión, a destacados podemitas no les han faltado los minutos para atacar a Inditex, a su principal promotor, y a su hija. Hablan de meritocracia sin ruborizarse, ellos que en su mayoría no han ejercido un trabajo digno de mención en su puñetera vida. No hay quien les entienda. Este hombre nombra presidenta de Inditex a una de sus hijas y esta izquierda cavernícola, en lugar de felicitarlo, critica el nombramiento por el inconfesable delito de que Marta es de su familia. Y en lugar de elevar un monumento feminista por idea tan brillante e igualitaria, le critican vorazmente. Pero estos insatisfechos permanentes nunca están contentos, ¿Hubiera preferido lo más rancio del progresismo que Amancio propusiera a un varón solo para no nombrar a su hija, que lleva 15 años recorriendo todas las áreas de la firma?

Si lo analizamos fríamente esta gente no están posicionados frente a la desigualdad, ni contra el machismo: solo envidian el éxito. Nuestro paisano inició su andadura desde abajo, y eso, los de la crítica fácil y cruel, nunca se lo perdonarán. Y además le deja la empresa a una mujer ¿Por qué no a los grandes gestores de lo público? ¿Por qué no a la casta política especializada en hundir todo lo que toca? ¿Quién se habrá creído, el muy feminista? ¡Dejar su herencia a su propia familia!

Hace muchas décadas, a lo mejor en el país que nunca existió, o en aquel lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, los progres tenían claro que la meritocracia es el único refugio al que agarrarse, que nada iguala tanto como el mérito, que el esfuerzo es la tabla de salvación del que menos tiene y que al éxito no se accede por una tombola. Por eso, la izquierda debería estar siempre con la meritocracia. Pero no, ahora resulta que los inventores de las cuotas, de la discriminación positiva, de la extirpación de la presunción de inocencia están en contra de que una mujer, con su experiencia y formación, ascienda a la cumbre de una de las principales empresas de nuestro país. Indudablemente es una desacertada decisión. No sé cómo no han puesto de presidente a un hombre de la experiencia y contrastados méritos como el incombustible Echenique. Esto sí que sería un éxito meritocrático, semejante al de la trayectoria ascendente de su Sanchidad.

Creo que esta sucesión, que toda esta historia es un ejemplo para todos, sobre todo para las generaciones que deben arrebatar el testigo. Que nunca olviden que vivir, en cierta medida, es conservar y engrandecer lo que se nos ha dado, defenderlo, hacerlo crecer y compartir. Que se den cuenta que propiedad y libertad no pueden vivir la una sin la otra, y son parejas. Propiedad y familia siempre van unidas y esto es algo que los envidiosos no pueden soportar, ni permitir. Rencor y resentimiento les superan.

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