En campaña
La campaña andaluza no es más que la avanzadilla de lo que se nos viene encima. Ya estamos en la temporada del «último (alumbrado navideño, carnaval, festival de esto y de lo otro, ...) antes de» las elecciones del próximo mayo, y se nota por todas partes. Si surge cualquier problema, se envía a la cohorte mediática a parar el zarpazo con argumentos inverosímiles, gritos a pleno pulmón, aspavientos, gestos grandilocuentes y todos los bots del Twitter jaleando. Lástima que existan las cifras, los ranquin y los estudios e informes que nos indican, algunas con más precisión que otros, que durante los años anteriores no se ha hecho casi nada.
Canarias es un claro ejemplo de ello. Hay que reconocer que avanza poco a poco en muchos de los indicadores sociales. Se ha reducido el porcentaje (no el número) de personas en riesgo de exclusión social y pobreza, pero siguen siendo muchísimas. Se ha ascendido algo en el índice de desarrollo juvenil, pero somos de los últimos de España, o se han acortado las listas de espera sanitarias, pero es la región donde más se tarda en operar. Incluso mejora algo en dependencia aunque sigamos al final. Es tan poco lo que se mejora que seguimos a la cola de casi todo lo bueno y a la cabeza de casi todo lo malo.
Si una sociedad necesita del compromiso del Banco de Alimentos, que estos días precisamente está en su campaña de la Gran Recogida, de la solidaridad de la Casa de Galicia y sus juguetes, o de la presencia imprescindible de Cáritas es que algo falla. Gran parte de la responsabilidad la tiene la clase política porque no ha sabido, podido o querido afrontar la situación.
Pero llega la campaña electoral y, de nuevo, todo son promesas de grandes proyectos que nos van a poner en el mapa mundial y parte de la galaxia, y que traerán lluvias de millones y puestos de trabajo. Además, se produce el desembarco de los tertulianos a inundar horas de programación y páginas virtuales o de papel haciendo propaganda e info-entretenimiento de lo más obsceno, negando los problemas o achacándoselos a Zapatero, nuestro punching ball patrio. Podemos consolarnos con que lo que no avanzamos en asuntos sociales lo recuperamos en todo tipo de saraos y fan zones, pues con la llegada de la campaña electoral se incrementan exponencialmente los conciertos, los baloncestos, los Womad, los Womex, las rondallas y las romerías. No hay pan, pero, lo que es circo, hay de sobra donde elegir.