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Reapareció ayer Mariano Rajoy en Gran Canaria y lo hizo con un paseo por Triana y mitin posterior en Vegueta, en un gesto que dice mucho de su compromiso con la isla y también de su reconocimiento a la personificación de la lealtad a las siglas que encarna Pepa Luzardo. Fue la candidata a la Alcaldía quien se lo pidió y no tardó ni dos minutos en dar una respuesta afirmativa. Con esa entrega, Rajoy ayer repartió saludos, abrazos y besos, al tiempo que se dejó hacer fotos y confirmó que es un político que gana mucho en el terreno corto, cuando los escoltas dejan paso a ese cara a cara en el que el ciudadano tiene apenas un segundo para mirar de frente al político y ver si sus ojos transmiten confianza o puro artificio.

Supongo que Rajoy aprovechó el desplazamiento para pedir que lo pusieran al día de lo que ha pasado en las islas en los últimos meses. Me refiero al extraño fenómeno que nos ha llevado en esta legislatura de presumir de la recuperación de los puentes con el Gobierno central a la voladura de esos mismos puentes. Porque no hace tanto que Rajoy cogió un avión y se vino para acá a firmar un acuerdo presupuestario con Nueva Canarias, en un gesto sin precedentes para un partido que solo tenía un escaño en el Congreso y otro en el Senado. Después ya sabemos lo que vino, esto es, la sentencia de una de las ramas del caso Gürtel y la moción de censura que lo sacó de La Moncloa, pero no fue solo eso: CC se embarcó en una operación de salvación electoral que pasaba por fabricar una imagen de maltrato -ayudada, eso sí, por algunos errores de bulto en ministerios varios-, de manera que acabamos el mandato casi como empezó hace cuatro años. O sea, que miramos a Madrid y nos preguntamos cuánto se tardará en que los dos gobiernos, sean quienes sean los que estén en ellos, recuperen la confianza en el otro.

Y es ahí donde las cartas empiezan a estar boca arriba. Porque en Madrid ya sabemos que gobernará el Partido Socialista y que lo hará con el apoyo de Unidas Podemos, ya sea dentro del Consejo de Ministros o desde fuera. ¿Y en Canarias? Pues el PP puede tener su margen, un espacio para la maniobra que dependerá de los votantes pero también de lo experiencia en esta legislatura autonómica. Un tiempo en el que los populares pueden haber pagado un precio más que elevado por aquello de dar la impresión de que eran lo mismo que CC, que les robó así la cartera del apoyo de un electorado conservador -empezando por un puñado de empresarios-.

Parece que ya han abierto los ojos. Veremos.

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