El pacto de Clavijo y Torres
El guion lo escribieron entre Fernando Clavijo y Ángel Víctor Torres y las cartas están marcadas. Vayamos con la hoja de ruta: «Yo haré lo contrario de lo que he dicho», empezó Clavijo, «pero lo haré con la excusa de que tú me lo pides. De esa manera, hasta quedo como un tipo abierto al diálogo, y no como un presidente que se contradice». «¿Y eso cómo se hace?», preguntó Torres. «Pues muy fácil», sentenció Clavijo, «tu partido me pide que emita el dichoso informe de legalidad del concurso de informativos, ese que Martín Orozco le dijo en julio a Santiago Negrín que tenía que hacer, pero no lo pidió. Sí, sí, ya sé que Negrín es un desastre, pero es nuestro desastre y no lo podemos dejar caer. Entonces, tú pides el informe, nosotros lo encargamos y también nos encargamos de que diga que Santiago obró bien... Eso sí, sin entrar mucho en el fondo, pero algo que te permita a ti justificar que no participas en el juego de cargarte a Santiago porque la prioridad es que la tele siga funcionando y que definamos qué modelo queremos».
Y así se cocinó. Hay quienes juran y perjuran que fue en una cena la noche del viernes; otros sostienen que no hubo cena, sino una conversación telefónica, y están los terceros que mantienen que no fue un contacto directo, sino el intercambio de mensajes y llamadas entre los edecanes de uno y otro. Pero ese es el guion, y por eso en la mañana del sábado alguien de la Ejecutiva Regional del PSC hizo horas extras para anunciar que pedían el informe.
Ahora vayamos con el nuevo capítulo de contradicciones. Ayer, Torres mandó a su equipo a elaborar un comunicado en el que el partido hace lo que un latinajo define perfectamente: excusatio non petita, acusatio manifiesta. A saber, dice el PSOE que solo «se debe a su militancia y a la ciudadanía y no tolerará ninguna injerencia». Tras esa afirmación, por si quedaba alguna duda, añade que está hablando de RTVC, pero cabe preguntarse a quien se debía Dolores Corujo el 21 de julio de este año cuando le espetó a Negrín en sede parlamentaria que debía dimitir para no ser cesado de inmediato.
Agrega el PSC no va a participar «de un debate deformado por cualquier interés ajeno al general» y también surge al instante la pregunta: ¿a quién se lo está diciendo: al abogado de la SER y Socater, al frente de medios de radio y prensa de que disponen las empresas presentes en Socater y al que se ha incorporado con vocación de hooligan el periódico El Día? ¿O va por los que hemos optado por poner en negro sobre blanco los nombres y también en negro sobre blanco ese pacto CC-PSOE que se está cimentando con descaro?
Para acabar, el comunicado de la dirección socialista dice que el partido «tiene su propia voz en este y en cualquier otro asunto y solo responde ante su militancia y la sociedad a la que sirve. En esto nos seguiremos manteniendo firmes». O sea, que ahora se llama firmeza imponer voto de silencio a los diputados, hacer de muletilla de CC en la Junta de Portavoces y apartar en el pleno presupuestario a Iñaki Lavandera para plegarse a los deseos de Coalición de que intervenga alguien dócil, sumiso y, a ser posible, masoquista.