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El negocio de la pelota

«Los valores deportivos han sido sustituidos por criterios mercantiles y los jugadores son la mercancía»

Jueves, 1 de enero 1970

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Después de que muchas otras burbujas hayan estallado en los últimos años, me pregunto cuánto tardará en implosionar la del balón. Tal como está montado el negocio, con muy poco rigor por mucho que nos vendan lo del fair play financiero y la fiscalización de LaLiga; y el dispendio incontrolado por sistema en la gestión económica de los clubes, parece insostenible para todos excepto para los intermediarios. La inercia inflacionista de los fichajes está provocando que los equipos cada día gasten más y las televisiones, la fuente de financiación principal, cada vez tienen que desembolsar más por los derechos cuando cada vez tienen más dificultades para obtener ingresos por publicidad. Como consecuencia, seremos todos nosotros, nos guste o no el fútbol, seamos o no del todo conscientes, los que acabaremos pagando la factura de uno de los espectáculos más grandes, más caros y, probablemente, gestionado de forma más inconsciente y menos realista.

Ya no importan las aficiones ni sus sentimientos porque la especulación y la mercadotecnia se ha convertido en el motor del fútbol. Y si a un jugador le hacen una oferta multimillonaria para irse a un club de la Conchinchina, la acepta sin más, por mucho que diga que su club anterior siempre será el escudo de su alma. Ya no nos sorprendemos porque se paguen 222 millones por un futbolista, o 120 por uno que está por hacer con tan solo 19 años. Tampoco lo que cobran actualmente los jugadores por dar patadas a un balón. Pero eso no es lo malo, lo realmente malo es que todos apoyamos a ese tipo de jugadores como Messi o Cristiano, e incluso nos peleamos por ver quien es mejor, y luego encabezan la lista de mayores defraudadores del país.

Los balones son de distinto color cada año y las camisetas de los equipos también se renuevan cada verano: el negocio no puede parar. Interesan las audiencias televisivas, los pinchazos en los canales de pago, qué equipo llega antes al billón de seguidores en Facebook o Instagram, interesa cada vez más crear audiencia y seguidores y menos aficionados de determinados equipos. Tebas y Rubiales mandan y la jornada de fútbol que antes seguías los domingos por la tarde en un carrusel con pitidos anunciando cada gol, ha dado paso a jornadas que comienzan un viernes y terminan un lunes por la noche con los campos vacíos.

Los valores deportivos han sido sustituidos por criterios mercantiles y los jugadores son la mercancía. Los futbolistas son una especie de gladiadores que se dedican a entretener al pueblo, y no siempre en el campo. El aficionado es un simple espectador sin influencia.

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