Turismo sanitario de alto riesgo
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Los viajes a Turquía para recibir tratamientos estéticos, estimulados por tarifas competitivas respecto a las aplicadas por especialistas europeos, se han convertido en un fenómeno peligroso. La muerte de al menos cuatro españoles y un número indeterminado de casos de graves secuelas después de someterse a cirugía bariátrica han desencadenado una alerta del Ministerio de Exteriores, que se suma a avisos de las autoridades británicas y alemanas que desaconsejan directamente acudir a centros turcos. El país de Erdogan prevé recibir este año dos millones de turistas sanitarios que aportarán más de 17.000 millones. Todo un negocio en el que los trasplantes de cabello 'low cost' han derivado en una industria que se beneficia de la inseguridad psicológica que causan algunas dolencias. Y de las crecientes carencias de la atención pública en patologías relacionadas con la obesidad, que imponen años en lista de espera para operarse en España y limitan la intervención al 2% de los pacientes que la precisan. Puede explicarse así que miles de personas busquen una salida en lugares sin las suficientes garantías, a riesgo de perder la vida en un quirófano de Estambul o Esmirna.
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