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El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha decidido disolver la Asamblea y convocar elecciones anticipadas como la mejor terapia para recuperar al país de la conmoción política tras la dimisión del carismático António Costa, investigado por presunta corrupción y prevaricación.
La decisión del mandatario luso de devolver la palabra a los votantes, rechazando la oferta del Partido Socialista de proponer otro jefe de Gobierno, parece la solución más adecuada teniendo en cuenta que las elecciones de 2022 se personalizaron en torno a Costa.
La decisión presidencial, sin embargo, ha pospuesto la disolución de la Asamblea hasta que se aprueben nuevos Presupuestos.
La gran incógnita ahora será si el shock derivado de las imputaciones de corrupción a los dirigentes socialistas provocará un giro electoral hacia el centro derecha que ya repunta en algunos sondeos como una sólida alternativa. Las detenciones policiales de varios cargos políticos y empresariales muy afines al primer ministro dimitido arrojan serias sospechas sobre su implicación personal, pero su inmediata dimisión del cargo ha conseguido amortiguar, en parte, un cataclismo en el prestigio de la alta institución.
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