Bueno para ERC y malo para España

En clave de la política catalana, poco que objetar al acuerdo si de verdad sirve para abrir una nueva etapa en esa comunidad, lejos del enfrentamiento continuo con el Estado, la insubordinación en aras de una independencia imposible en el marco constitucional y la puesta en práctica de políticas que en muchas ocasiones han entrado en el terreno de la insolidaridad -véase la posición de Junts con el reparto de menores migrantes- e incluso la xenofobia.

Pero el acuerdo sobre el que construye la investidura de Illa va mucho más allá de lo estrictamente catalán. ERC considera que la clave es el compromiso en materia de financiación, que supone quebrar el actual modelo estatal y que da pie de facto a una especie de 'cupo catalán'. Una figura claramente inspirada en el País Vasco, pero con el matiz de que ni en el Estatuto de Cataluña, ni por supuesto en la Constitución, hay la más mínima referencia que dé pie a ese trato singular. Más aún: el PSC ha negociado como si fuera el Ministerio de Hacienda, usurpando unas funciones que no tiene y troceando la 'caja común' por un interés de partido: hacer presidente a Illa a toda costa.

Casi una decena de federaciones socialistas ya han mostrado su rechazo frontal, por lo que exigen al secretario general del partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que convoque a los máximos órganos del partido en el ámbito federal para abordar este asunto. En el caso del PSOE canario, solo se ha posicionado su líder y ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. Sus palabras en favor del acuerdo obligan a preguntarle cómo es posible defender una cesión de tanto calado y que evidentemente afectará a la financiación del resto de autonomías. La conclusión, lamentablemente, no puede ser otra: Torres antepone seguir como ministro a la defensa de los intereses de Canarias que se exige como secretario general del partido en las islas.