«Con o sin» el apoyo de las Cortes

Ese aislamiento y esos modos autocráticos se extienden a aspectos tan variados y de tanta relevancia como el diseño del marco financiero para el conjunto del Estado; la política exterior o la respuesta a la crisis migratoria. Son tres ejemplos de cuestiones de interés nacional en las que el Gobierno debe abrirse al consenso con las autonomías y, por supuesto, con las fuerzas representadas en las Cortes. Más aún tratándose de un Ejecutivo sustentado en una mayoría conformada por varios partidos y que, de hecho, se ha volatilizado en las últimas semanas. Cuando no es Sumar, su propio socio de Gobierno, quien se desmarca de los anuncios presidenciales, son Podemos, Junts y ERC quienes rompen la mayoría parlamentaria, e incluso lo hacen ya el Partido Nacionalista Vasco y Coalición Canaria, como hemos visto esta semana en la votación en el Congreso para reconocer a Edmundo González como presidente electo de Venezuela. Por si fuera poco, hay que añadir que el exministro José Luis Ábalos, que mantiene su escaño, se ha convertido ya en un 'verso libre' en las votaciones en el Congreso.

Todo eso hace más urgente que Sánchez recupere el diálogo con la oposición o que, siendo coherente con la historia parlamentaria y con lo que fija la propia Constitución, se someta a una cuestión de confianza o dé por finalizada la legislatura y adelante la convocatoria de elecciones. Ni siquiera le queda ya el recurso de abusar de la figura del decreto-ley, pues no tiene asegurados los votos para garantizar la convalidación de esa medida excepcional.

Continuar con este salto al vacío gubernamental solo debilita al país, acrecienta el desapego con las instituciones y da alas a los que cuestionan los pilares de la democracia. Sin el apoyo de las Cortes solo gobiernan los líderes autócratas y eso es más propio de la Venezuela de Nicolás Maduro que de la España constitucional.