España y Europa: cuarenta años de un contrato con el futuro
Domènec Ruiz Devesa; Enrique Barón Crespo; Francisco Aldecoa Luzárraga; Mario Marcelo Regidor Arenales
Exeurodiputado y presidente de la Unión de los Federalistas Europeos (UEF); Expresidente del Parlamento Europeo y presidente de UEF España; Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo; Presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de Canarias
Miércoles, 11 de junio 2025, 22:56
El 12 de junio de 1985, España firmaba su adhesión a las entonces Comunidades Europeas. Fue algo más que un acuerdo internacional: fue una declaración ... de voluntad, un contrato con la modernidad y con el destino compartido del continente. Cuarenta años después, España no solo forma parte del proyecto europeo, sino que lo ha moldeado, fortalecido y proyectado hacia el futuro y Canarias ha conseguido un estatus jurídico a nivel internacional nunca soñado hace 40 años.
En este aniversario, recordamos lo que Europa ha hecho por España, y lo que España ha aportado a Europa, pero sobre todo hemos de plantear lo que ambas deben hacer ahora, en un contexto geopolítico caracterizado por la agresión imperialista de Putin y por el retorno del trumpismo en EE. UU. y Europa debe saber estar a la altura.
Lo que la UE ha hecho por nuestro país
La adhesión a la UE fue la palanca definitiva para consolidar nuestra democracia y modernizar nuestra economía. En estos cuarenta años, el PIB per cápita de España ha pasado de representar poco más del 70% de la media europea a acercarse al 90%, según Eurostat. España ha recibido más de 200.000 millones de euros en fondos europeos desde su entrada, lo que ha contribuido decisivamente a cerrar brechas territoriales y sociales. En el caso de Canarias, las ayudas a la formación derivadas de nuestra inclusión en el Fondo Social Europeo ha supuesto la cualificación y el acceso al trabajo en mejores condiciones de miles de canarios a lo largo de estos años.
Además, la pertenencia al mercado único permitió un proceso de integración económica sin precedentes: la industria española se reestructuró, el sector agrario se adaptó a los estándares europeos y la política de cohesión, a través de los fondos estructurales y de cohesión, ha transformado nuestras infraestructuras, nuestras regiones y nuestra capacidad para competir. Sin Europa, no habría AVE, ni autovías como las que hoy conectan el país, ni universidades modernas plenamente integradas en el Espacio Europeo de Educación Superior, ni tampoco los proyectos de movilidad sostenible que comenzarán a ver la luz al finalizar esta década en Canarias. Todo ello sin olvidar la concepción de Canarias, así como otros territorios de Francia y Portugal como Regiones Ultraperiféricas en el contexto europeo con el nivel reforzado de derechos y el necesario acomodo de nuestras condiciones geográficas a la normativa comunitaria.
La dimensión social europea, también ha sido clave. Los derechos de los trabajadores, la igualdad de género, la protección medioambiental y la lucha contra la discriminación han encontrado en la legislación europea un motor de progreso. Además, España se benefició del euro: la inflación, que en los años ochenta superaba el 8 por ciento anual, se estabilizó en niveles cercanos al 2 por ciento durante las dos primeras décadas del siglo XXI, fortaleciendo el poder adquisitivo y la confianza en la economía española. También hay que poner en valor la respuesta europea a la pandemia con la compra mancomunada de vacunas y el Plan de Recuperación para Europa financiado con deuda común. Además, a raíz de la guerra de Ucrania Europa ha reforzado la seguridad del suministro energético para el conjunto de los europeos.
Lo que España ha hecho por Europa
Pero la relación ha sido recíproca. España ha sido un motor de europeización desde su entrada. Ha aportado una cultura política europeísta, en la que la pertenencia a la Unión se ha concebido como una extensión natural de la Transición democrática. España ha defendido una visión solidaria de la integración, especialmente con el desarrollo de la ciudadanía europea, la política de cohesión, el pilar social, y la unión sanitaria.
Nuestro país ha impulsado proyectos clave: la unión económica y monetaria, la ampliación hacia el Este, y la dimensión exterior de la UE con especial atención al Mediterráneo y América Latina y uno de los programas europeos de mayor éxito en el ámbito educativo y juvenil como son los referidos a ERASMUS y SÉNECA. También ha habido una participación destacada de los eurodiputados españoles, y de los gobiernos autonómicos y locales.
En momentos críticos, se ha estado a la altura, en la crisis del euro, defendiendo la unión bancaria; durante la pandemia, impulsando el fondo Next Generation EU; en la guerra de Ucrania, apoyando firmemente las sanciones y la ayuda militar a Kiev. Sin olvidar el papel fundamental desempeñado por la quinta Presidencia española del Consejo de la UE.
Lo que debemos hacer ahora: España y Europa ante un mundo peligroso
Celebrar un aniversario no puede ser un ejercicio de nostalgia. Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el bloqueo institucional de la Unión, y la cuestión migratoria, el cambio climático y, sobre todo, la amenaza existencial que supone la guerra de agresión rusa en Ucrania y el genocidio perpetrado actualmente por el Gobierno de Israel en Palestina exigen una respuesta ambiciosa.
En este contexto, España debe seguir siendo una voz firme a favor de una Europa sostenible, social, y federal. Una Europa que proteja sin replegarse: que defienda su modelo social, que invierta en su industria verde y digital, y que garantice una transición justa. Pero también debemos avanzar hacia una defensa común, completando la unión fiscal, reforzando el papel del Parlamento Europeo y ampliando la UE sin renunciar a su capacidad de decisión. Una Europa capaz de actuar, de decidir rápido y con legitimidad democrática. Esto exige reformar los Tratados. También hemos de dar más protagonismo a los actores locales y regionales en el proceso de construcción europea.
Por lo tanto, cuarenta años después, y por todo ello, proponemos que el gobierno de España declare su pertenencia irrevocable a la UE como acto unilateral de acuerdo con el Derecho Internacional.
Pero los desafíos que vienen no se resolverán con inercias. La UE se maneja bien en las crisis, pero nunca hemos tenido una crisis de valores como la actual y queda camino por recorrer para alcanzar una Europa plenamente social, sostenible, democrática, y federal. Reconocer la tarea pendiente es la mejor forma de honrar lo ya alcanzado. Necesitamos más visión, valentía y compromiso. El mismo que nos llevó a firmar, el 12 de junio de 1985, nuestro contrato con el futuro.
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