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Equipo español de ciclismo en pista EFE

Deuda paralímpica

Ultramar ·

Seguimos en pañales en lo que a la concreción del deseado mundo entre iguales se refiere

Sábado, 11 de septiembre 2021, 07:57

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Dando por supuesto que todos los medios de comunicación profesan obediencia al precepto constitucional que reconoce como fundamento del orden político la paz social, el respeto a la dignidad de las personas y al libre desarrollo de su personalidad; y, evidentemente también, a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo uno recoge que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, tendremos que convenir que la reciente celebración de los Juegos Paralímpicos en Tokio ha vuelto a demostrar que seguimos en pañales en lo que a la concreción de ese mundo entre iguales que todos anhelamos se refiere.

Los hechos evidencian, una vez más, que el tratamiento dispensado a la Paralimpiada dista años luz del que se le brindó a los Juegos Olímpicos celebrados en la misma capital nipona solo unos días antes. De poco ha servido que los recientemente concluidos fuesen, igualmente, un acontecimiento mundial y el más importante evento para los deportistas con discapacidad. La atención en la mayoría de los periódicos e informativos de radio y televisión fue durante las dos semanas en que tuvieron lugar bastante parca y nunca compitió, por ejemplo, con el hipotético fichaje, finalmente no concretado, ¿serpiente de verano?, de Mbappé por el Real Madrid.

Ha habido algunas honrosas excepciones, pero bien esporádicas y días sueltos. Si la apertura de la Paralimpiada apenas mereció pequeñas reseñas en las portadas, la clausura no contó con ninguna. Y eso que la delegación española cerró su participación con 36 medallas, cinco más que en Río, superando las expectativas iniciales, frente a las 13 logradas por los atletas no paralímpicos.

Es verdad que algo se ha avanzado, pero aún estamos muy lejos de abandonar la trivialidad, por ello, sin obviar el relevante papel que desempeñan los medios de comunicación como formadores, convendría tener presente que es necesaria la implicación de todos los sectores para evitar «las esquinas de silencio» que impiden hacer efectivo el principio de igualdad de oportunidades, sobre todo porque tampoco podemos perder de vista que los medios son un espejo de la sociedad en que desarrollan su tarea, dan lo que la gente quiere oír y la gente pide lo que le dan, de ahí que sea bueno, insisto, fomentar una implicación colectiva para romper ese viciado juego de espejos.

Mientras tanto, la deuda paralímpica sigue pendiente de ser saldada.

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