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EFE

Desnudar a un santo para vestir a otro

Cuando el activismo climático se vuelve terrorismo cultural

NÉLIDA CEDRÉS

Gestora cultural

Viernes, 11 de noviembre 2022, 23:20

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El Diccionario de la Real Academia Española define la expresión «desnudar a un santo para vestir a otro» como «arreglar una cosa estropeando otra». Y me vale. Suficiente como para poner el foco en los acontecimientos que se están sucediendo en distintos museos del mundo.

Que el cambio climático tiene unos efectos terribles es algo más que evidente. Que el mes de octubre en Europa ha sido el mes de octubre más cálido desde que hay constancia, lo asegura el Servicio de Cambio Climático de Copernicus del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Plazo Medio de la Comisión Europea. Que aquí en noviembre seguimos sin poder ponernos los leotardos, lo digo yo.

El cambio climático, efectivamente es un tema serio. Tan serio, que cuando hacen de él un circo y aparecen los payasos, más que por reír… me da por llorar. Y con nostalgia echo la vista atrás y recuerdo la primera foto de la joven Greta Thurnberg, sentada al lado de su mochila rosa, con sus icónicas trenzas y un cartel, en el que pedía soluciones al problema medioambiental. Claramente el problema sigue, pero hay un antes y un después en el activismo climático. La joven Greta desató un movimiento mundial en niños en edad escolar para exigir medidas a los gobiernos, y se convirtió en un referente que ha inspirado a millones de jóvenes.

Pero parece ser que no a los suficientes, porque varios han decidido ser también referentes a su manera. ¿Referentes de qué? Pues aún no lo tengo claro. Ellos creo que tampoco. El caso es que mientras se aclaran, van entreteniéndose visitando museos. No como meros espectadores, críticos, o simplemente personas aburridas llenando su tiempo, no. Ellos, casi todos expertos en cocina de aprovechamiento, llenan sus mochilas con las sobras de la nevera, buscan en internet (claramente adolecen de cultura) el cuadro más famoso del museo, y lo convierten en la diana de sus residuos. Toda una proeza.

Este mes de octubre ha sido terrorífico para el arte. Un halloween en toda regla para los amantes del patrimonio cultural. Arrancó el mes con el ataque a 'Masacre en Corea' de Pablo Picasso, expuesto en Melbourne, el mismo destino sufrieron 'Los Girasoles' de Van Gogh en Londres, 'Los almiares' de Monet en Alemania, y una triste lista de etc.

Y para los que, como Fraga pensaban que «Spain is different»: pues no. Tenemos a los mismos lolailos del terrorismo cultural en casa. Unos amiguetes que no querían quedarse atrás, han pasado por el Museo del Prado a retratarse junto a 'Las Majas' de Goya. Tanto les ha impresionado la obra del artista español, que han decidido unirse a ellas mediante el sacramento del pega-monio. Hasta que la muerte los separe, o en este caso, los miembros de seguridad del museo. Todo un show.

He de confesar que de noche, tengo pesadillas. Me despierto angustiada pensando si no le habrá dado a alguno por tirar un tupper de rancho canario a una arpillera de Millares. Por eso de no quedarnos atrás, digo…

Sobre la importancia de la conciencia ecológica y la defensa de la acción por el clima a través de la educación, la tecnología, la ciencia o la ley, escribiré en otra ocasión. Me ha entrado hambre.

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