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Desesperanza como rutina

Papiroflexia ·

Tras el engañoso velo blanco de la navidad, las compras de última hora y los buenos deseos, ahora volvemos a la realidad y comenzamos a notar las consecuencias de las imprudencias de unos pocos

Alberto Artiles Castellano

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 13 de enero 2021, 21:05

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En todos los ámbitos de nuestra rutina los hechos que se producen últimamente parecerían sacados de una novela de ficción. Nada ha cambiado desde que, hace unos días, pusimos toda nuestra esperanza en el cambio de año y nos prometimos ser mejores mientras jugábamos a no atragantarnos comiendo uvas con la pajarita torcida y el toque de queda como límite a la lujuria y el desenfreno de cada 31 de diciembre.

Aumenta la desilusión al mismo tiempo que crece la desesperación, los contagios, el desempleo, la violencia. Se apagaron las luces en las calles, ya no suenan los villancicos, y los comercios vuelven a cerrar obligados por las medidas y la ruina. La ilusión que vivimos durante unas semanas, solo supuso un parche efímero para no morir de inanición a corto plazo.

La vacuna milagro no puede con la sinrazón. Siempre he defendido la libertad como forma de vida o expresión, pero no, esto no es lo mismo. Porque los actos irresponsables de unos cuantos nos afectan al resto, a quienes seguimos las normas, quienes tratamos de salir adelante, cumpliendo y cuidando a nuestros entornos.

Porque la peor pandemia es la de la imbecilidad y la irresponsabilidad de personas que se asemejan más a animales, seres irracionales, despreocupados, imbéciles en definitiva, que les importa más hacer botellón, festejar la victoria de su equipo o celebrar cualquier fiesta improvisada. Como si no hubiese un mañana.

Lamentablemente las restricciones impuestas en las últimas semanas demuestran el fracaso de nuestra sociedad, porque los insolidarios derrotan siempre a los solidarios, a la importante parte de la sociedad que, con su responsabilidad y compromiso, da ejemplo de civismo cumpliendo rigurosamente las normas y que sufre las consecuencias de su insensatez.

El archipiélago sumó ayer 371 nuevos contagios de coronavirus y se registraron cuatro nuevos fallecidos, por lo que ya son 454 las personas que han perdido la vida por la Covid desde que se inició hace casi un año la pandemia con el primer caso en La Gomera. Y sin embargo, muchos siguen mirando hacia otro lado. Tras el engañoso velo blanco de la navidad, las compras de última hora y los buenos deseos, ahora volvemos a la realidad y comenzamos a notar las consecuencias de las imprudencias de unos pocos.

¿Se imaginan hacia dónde vamos? Hace tiempo que se nos rompió la brújula y parecería que estamos en un ferri a la deriva o peor, encallado. Y forzando la sonrisa no se maquilla la desesperanza.

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