Un PP muy descolocado
Primera plana ·
Que ERC y EH Bildu participen activamente del tablero político resquebraja, por completo, la herencia del centralismo monárquicoPablo Casado está esperando su turno en el poder (de ahí, el neoturnismo) como si aún estuviera vigente el bipartidismo de la alternancia pacífica. Cree, erróneamente, que puede repetirse un 1996 o 2011. Y no es así. El PP actual está peor posicionado que la AP de Manuel Fraga ante las otrora mayorías absolutas ochenteras de Felipe González. Hoy por hoy, Casado no tiene perspectiva de ser presidente del Gobierno (de que llegue, insisto, ese turno, su turno) y, sobre todo, y lo peor para él, tampoco se atisba que incluso llegue ese momento de que personifique una alternancia viable. Sencillamente, no hay alternancia. Se ha roto (o, cuando menos, desdibujado) esa premisa esencial del régimen del 78.
Cuando Casado abroncó a Vox y suscribió el cordón sanitario a la ultraderecha, en realidad, se quedó solo. El PP no volverá a La Moncloa sin Vox. Y tampoco con Vox. Porque la generalidad de las encuestas certifican que, aun metiendo en la coctelera lo que queda de Ciudadanos, no alcanzan ni por asomo los 176 escaños necesarios. No suman. Así de sencillo. Por mucho que, forzando, enrolen a Ana Oramas, a UPN o Foro Asturias. Ni siquiera el PNV que negoció los últimos Presupuestos de Mariano Rajoy, respaldaría ese Gobierno porque Vox quiere ilegalizar al nacionalismo vasco. Y que Casado tuviese que nombrar a Santiago Abascal vicepresidente en un Ejecutivo de coalición, traería mucha repercusión social. Los números no dan.
Ahora bien, el PSOE está obligado a entenderse con Podemos y los diferentes nacionalismos periféricos. Y ya no es para aprobar tan solo unas cuentas que garantizarán la viabilidad de la legislatura cuando justo hace solo unos meses, en plena pandemia, el PP creía que este Gabinete no aguantaría; el sendero que se inicia, en el fondo, es otro: la gestación de una república plurinacional. Por eso ERC y EH Bildu, de la mano de Podemos, están dispuestos a explorar esta operación. Por supuesto, el PSOE trata de jugar a dos barajas pues está metido en esto sin quererlo y no desea despojarse de su naturaleza de partido dinástico y sistémico. Su defensa de la causa borbónica es su más notorio síntoma. Pero el PSOE es Pedro Sánchez y Sánchez es el PSOE. El PSOE ya no existe. El PSOE conocido se esfumó. Fue desmontado por el 'sanchismo'. Y lo que diga González, los barones del sur y demás dirigentes históricos, a Ferraz le trae sin cuidado. Y la prensa y los medios conservadores y liberales editados y concentrados en Madrid aguardan una contestación interna que nunca llegará. Apelan a un mundo que no consta por mucho que les den cancha a socialistas de antaño que ya no pintan nada en la organización.
La ampliación del abanico de apoyos reduce de forma tajante el campo de juego del PP. Que ERC y EH Bildu participen activamente del tablero político resquebraja, por completo, la herencia del centralismo monárquico (que rezuma a pesar de la descentralización) que operaba sobre dos siglas. Esta es la travesía que se advirtió con la sesión de investidura de enero de 2020 y actualmente con el trámite de los Presupuestos Generales del Estado. La aritmética parlamentaria no da para otra cosa. Un PSOE fundido al PP, esa pretendida gran coalición a la alemana, supondría su agotamiento.