Dos decisiones reconfortantes
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El conflicto entre salud y deporte de élite en Australia adquiere resonancia mundialAustralia y Djokovic. En el partido de tenis que disputan el Gobierno de Australia y el tenista serbio Novak Djokovic, de momento va ganando el sentido común. Esto es, la decisión política de no dar por bueno el visado al deportista de élite, por mucho certificado de exención de vacunación que presentara.
El conflicto entre salud y deporte de élite desatado en Australia está teniendo más impacto internacional que el propio Open de aquel país. Pocas veces algo que sucede en un lugar tan remoto -en concreto, las antípodas de España- tiene una dimensión planetaria, pero sucede así porque el problema que allí se plantea tiene escala mundial. ¿Debe la salud hacer distinciones con algunas personas cuando se trata de una pandemia? ¿Cómo se puede abrir la puerta a Djokovic y no a otros deportistas? ¿Dónde se pone el corte en el grado de aceptación, esto es, damos por bueno que entren sin vacunar los diez primeros en el ranquin de la ATP, los veinte primeros o solo entre el uno y el tres?
No faltan los que apuntan que en la decisión del Gobierno australiano pesa mucho que es año de elecciones y que los sondeos señalan que una amplia mayoría de los ciudadanos de aquel país rechazaban la entrada del serbio. Sinceramente me da igual si esa es la razón: solo sé que Djokovic ha jugado con el riesgo, el suyo y el de los demás, y se supone que lo suyo era jugar con una raqueta y una pelota. Por suerte para él, Australia es, como buena democracia, un país garantista con los derechos y puede recurrir. Y ojalá no le sirva de nada.
El príncipe Andrés, a un paso del banquillo. La reina de Inglaterra será muy mayor -que lo es- pero está demostrando que si se mantiene en el trono es porque asume que los tiempos cambian y obligan a tomar decisiones valientes. Ha despojado a su hijo Andrés de honores militares tras la decisión de un juzgado de Estados Unidos que lo coloca a un paso del banquillo por el caso relacionado con aquel depredador sexual llamado Jerry Epstein que tenía entre su círculo de amigos -y, sobre todo, de invitados a sus diversas mansiones- al hijo menor de la reina. Una mujer acusa sin tapujos a Andrés de haber abusado sexualmente de ella cuando era menor, con Epstein y su pareja haciendo de celestinas. La historia está contada con detalles en la muy recomendable serie documental sobre Epstein que se puede ver en Netflix. Sorprende, por cierto, que Andrés no llevase a los tribunales a los autores de esa serie. Por algo será...
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