De Carles a Cristina
Cuentos Chinos. «Vivimos en un país en el que para dimitir hay que tirar a alguien a un río» Francisco José Fajardo
El tribunal de Schleswig-Holstein decide la excarcelación del expresidente Carles Puigdemont bajo el pago de una fianza de 75.000 euros. Así de simple se resume un hecho que ha dinamitado la línea de flotación del Gobierno de España y su cruzada contra el independentismo catalán. Una decisión judicial que ha cogido a todo el Ejecutivo a contra pie cuando ya se frotaban las manos por una probable extradición del rebelde de «ese país llamado Cataluña que está ahí arriba, que pinta muy poco», como definió Pep Guardiola a su comunidad autónoma.
Puigdemont se ha salido –por el momento– con la suya en una maniobra peligrosa, que da alas a los que atentan contra la ley y la Constitución Española, los mismos que ahora se creerán más impunes aún a la hora de seguir con su plan de desconexión con España. El ex presidente, que no perdió el tiempo y colgó ayer por la noche en su Twitter –mejor dicho, colgaron sus cómplices– «Nos vemos mañana. ¡Muchas gracias a todos!», ha respirado con esta decisión, porque ni siquiera su propio entorno era tan optimista después de que fuese detenido en la frontera alemana en un alarde de torpeza por su parte.
Esta es la realidad, un dirigente político que ha hecho lo que ha querido en contra de la ley y que sigue regateando la estabilidad del Estado de Derecho como si fuese Jonathan Viera.
Es de esos miembros de la clase política a los que parece no importar nada y que se creen que están por encima de lo humano y lo divino, ese grupo selecto de dirigentes que promueven asignaciones de concursos a dedo a lo Clavijo porque les da la gana o que admiten que en su currículum figura un máster que no hizo, pero curiosamente reconoce estos hechos cuando estalla el caso Cifuentes. ¿Habría dado cuenta de ese error si no hubieran trincado a su compañera de partido, señor Maroto?
Vivimos en un país en el que para dimitir hay que tirar a alguien a un río, porque lo de Cristina Cifuentes no tiene nombre. Entendiendo que aún cuenta con el beneplácito de la presunción de inocencia, los datos que han salido a la luz sobre su no máster son escandalosos. Pero nada... eso no tiene peso específico aún para que la presidenta de la comunidad autónoma más importante del país realice un alarde de dignidad y de un paso a un lado. Pero viendo a sus compañeros de partido y el currículum que tienen, uno desgraciadamente hasta lo normaliza.