Fe de ratas
David Morales Déniz
Diputado autonómico Partido Popular de Canarias. Director de empresas y organizaciones turísticas
Sábado, 9 de agosto 2025, 23:39
Errata. Plural del latín erratum. Equivocación material cometida en lo impreso o en lo escrito, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE). Con ... esa lingüísticamente conocida como 'fe de erratas' (o lista de errores) que resulta sencillo vincular con la aparición de la primera errata gráfica de la historia una vez acontecido el nacimiento de la imprenta a mediados del siglo XV. Incluso el situar geográficamente esa primera errata en la ciudad alemana de Maguncia, lugar donde Johannes Gutenberg dio vida a la imprenta.
Una fe de erratas que, en tiempos modernos y como mecanismo técnico lingüístico, recoge no sólo la lista de errores ortográficos cometidos, sino también errores de índole descriptiva e informativa referencial. Especialmente en el caso de la edición de obras literarias de cierta extensión, ante la imposibilidad de asumir económicamente el tener que desechar la inminente impresión de las mismas por causa de pequeños errores de esas características detectados en sus últimos procesos de revisión.
También, lo anterior, en el caso de los diarios impresos (la 'prensa escrita') cuando por más cuidado y esmero que apliquen redactores, correctores de estilo y/o editores durante el proceso de elaboración de sus informaciones y noticias periodísticas, siempre acontecen errores fruto de la vorágine profesional de los y las cariñosamente conocidos como 'plumillas'.
Con la fe de erratas, en el fondo, también como un ejercicio de responsabilidad y honestidad para con lectores y lectoras –o respecto a los posibles afectados por informaciones equivocadamente expuestas-, y como un ejercicio de apego a la verdad informativa. Si bien, por otro lado, las actuales posibilidades de inmediatez correctora que proporciona la digitalización de la información permite a sus responsables ir dejando atrás esa fe de erratas como parte de un pasado histórico al que sin duda añorar, dado el hurto de retazos de humor que nos supone como lectores en cuanto a gazapos periodísticos no intencionados.
Diario canadiense The Globe and Mail: 'Francois Miterrand, expresidente francés, en realidad refirió que Margaret Thatcher tenía la boca de Marilyn Monroe y los ojos de Calígula, y no los de Stalin, tal y como erróneamente se había informado'.
Semanario brasileño Veja: 'Al contrario de lo informado, el candidato a la presidencia por PV, Eduardo Jorge, no afirmó que uno de sus pasatiempos preferidos fuera ver Toy Story, sino leer la obra del escritor ruso Leon Tolstoi (1828-1910), autor de clásicos como 'Anna Karenina' o 'Guerra y Paz', por lo que pedimos disculpas a nuestros lectores y al candidato'.
El muy flemático The Times: 'Karol Wojtyla, referido erróneamente en la columna del Credo del Sábado como 'el primer Papa no católico en 450 años', cuando en realidad se quería decir 'el primer Papa no italiano', pidiendo disculpas por ello'.
El también británico The Morning Star: 'En la columna de álbumes de jazz de Chris Searle de nuestra edición de ayer, nos referimos de manera inapropiada a Don Rendell como 'terrorista', cuando obviamente debía referir 'tenor' (-tenorist, en inglés-), disculpándonos por tal ofensa»'.
Todo un New York Times: 'En una versión anterior de este artículo, se identificaba erróneamente el país cuyo ejército capturó a los secuestradores de Tommy Caldwell. Fue Kirguizistán, y no Kirzbekistán, que ni siquiera existe'.
Y fe de erratas del también prestigioso The Economist, el mismo que casualmente hace una semana y acerca del presidente español Pedro Sánchez escribía una vez más sobre la progresiva debilitación de los controles democráticos en nuestro país, del 'batiburrillo' de sus singulares socios de gobierno y de la conveniencia de que el mismo Sánchez asuma sus responsabilidades y, por tanto, dimita.
Ejemplo de auto-burlesca fe de erratas de The Economist que nada tiene que ver con Sánchez (en eso sí que no han rectificado), y sí con las drogas: 'En un editorial del pasado mes de enero, recordábamos que The Economist había propuesto la legalización de las drogas por vez primera en 1993. Pero de hecho ya lo habíamos llevado a portada incluso antes, en 1988. ¿Quién dice que el consumo de drogas no daña la memoria a largo plazo?'
Retomando la cuestión de la invención de la imprenta, en palabras del Doctor en Historia Moderna, Fernández Luzón, «a partir de 1450 cambió el mundo, revolucionó el saber y transformó la difusión del conocimiento en Europa». Piénsese por un momento: Cristóbal Colón ni siquiera había descubierto aún América, con sus correspondientes escalas en Las Palmas de Gran Canaria, en Maspalomas o en San Sebastián de La Gomera en ese su trascendental viaje para la humanidad.
'El jueves 9 de Agosto de 1492 entró en el puerto de las Isletas de Gran Canaria, con objeto de adobar el buque La Pinta, componer el timón y cambiar de velamen, y si encontraba otra embarcación mejor, cambiarla por la de Pinzón… sin duda no halló buque que cambiar, puesto que después de dejar La Pinta en el puerto (tal vez varada en las arenas) se trasladó con La Santa María a la Gomera, adonde llegó el 12 del mismo mes de Agosto, regresando a la Gran Canaria, donde se terminó la composición de La Pinta, con mucho trabajo y diligencias del almirante de Marina Alonso y de los demás…' (extracto de 'Colón en Canarias', por Santiago de Vandewalle. Madrid 12 de diciembre de 1890).
¡Ay, cuanta tristeza si Colón levantara la cabeza, y volviera a recalar en Las Palmas de Gran Canaria! Contemplaría ojiplático, por ejemplo, cómo la réplica de su carabela La Niña continúa vergonzosamente calcinada y expuesta, tanto ante los ya abatidos vecinos y vecinas por la desidia y abandono absoluto de la urbe capital; como, por tercer año consecutivo desde su incendio, ante también los miles de turistas-cruceristas que en breve incluso tendrán la oportunidad de transitar por una nueva y moderna terminal de cruceros en contraposición con una capital que, a escasos metros de aquella, ofrece por tierra, mar y aire una imagen deplorable.
Un almirante descubridor que, al mismo tiempo, en sus cartas de navegación también podría dejar constancia de otra nueva circunstancia que desde hace meses tristemente acontece en nuestra ciudad: dar fe. Dar fe de ratas. De ratas que pululan entre maniquíes de los comercios en Mesa y López, hasta por las laderas y parques de La Paterna. Pasando por el añorado viejo Insular, por la Vega de San José o por Los Tarahales, entre otras de tantas zonas y barrios afectados.
Cuestión de «percepción más que de una realidad» seguro que volverá a argumentar la alcaldesa capitalina, señora Darias, como cuando refirió lo mismo en los micrófonos de El Espejo Canario en relación a las numerosísimas quejas y denuncias vecinales respecto al considerable incremento de la delincuencia en la novena ciudad de España, tal y como también vienen denunciando mis compañeras y compañeros en el ayuntamiento capitalino, entre otros tantos déficits que hunden a Las Palmas de Gran Canaria.
En definitiva, una fe de erratas a la que, políticamente hablando, no acudirán aquellos y aquellas que irresponsablemente nos hacen navegar irremediablemente proa al marisco. Ni tampoco aquellos que sustentan dicha navegación. Caso, esto último, de los independentistas liderados desde la distancia belga por el prófugo que celebra con champán –y no cava- su primer aniversario de su venida y repetida fuga de nuestro país, vergonzosa y permisivamente acontecida el pasado verano.
Con ese Jordi Turull, secretario general de Junts, mofándose de nuevo de nuestra Justicia en ocasión del susodicho aniversario de tocata y fuga: «Se quedaron con un palmo de narices. Los justicieros con toga salivaban imaginando a Puigdemont en prisión». Todo un auto de fe. De fe de ratas.
Como esas que, dicen en La Paterna, «se comen hasta las gallinas». O como esa otra que hasta tiene la capacidad de huir en un maletero, y ante la que una y otra vez rinde pleitesía el gran timonel.
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