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Color al enemigo

Papiroflexia ·

El racismo es una pandemia que no tiene vacuna y solo se cura con educación y valores

Jueves, 10 de diciembre 2020, 07:56

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La jornada de Champions League ha quedado empañada por un nuevo capítulo de racismo. Según Pierre Webó, asistente del cuerpo técnico del Istanbul, el cuarto árbitro del encuentro se refirió a él en términos despectivos para expulsarlo. «Why did you call me negro?», preguntaba vehemente el exjugador. El racismo es una pandemia que no tiene vacuna y solo se cura con educación, empatía y 'acercamiento social'.

También los periodistas tenemos que hacer autocrítica. Destacar la procedencia de un delincuente para buscar mayor impacto solo estigmatiza y multiplica el odio. Pocos se quedan con el hecho, la mayoría escanea la nacionalidad de los culpables para acusar y generalizar con una violencia verbal que estremece. Tenemos ejemplos domésticos. No solo con agresiones o conflictos protagonizados por extranjeros en zonas turísticas los últimos años, también con el drama de las pateras.

El problema es que se ha aceptado la idea de que los inmigrantes tienden a delinquir más que el resto como si de una verdad absoluta se tratase, relacionando a la migración con numerosos prejuicios. Tampoco se aceptan las costumbres del extranjero, las de los pobres claro; y se demoniza cualquier incidente protagonizado por un migrante. Hay clásicos que se repiten como mantras estos días: «El gobierno les paga todo y los canarios, sin trabajo». «Si yo voy a su país tengo que respetar su cultura, que respeten ellos la nuestra cuando vienen». «Yo no soy racista, pero los inmigrantes nos están invadiendo». Estas son algunas de las expresiones más repetidas en las redes en las últimas fechas, donde a diario aflora lo peor de nosotros sin eufemismos ni sonrojo.

Sin embargo, el odio no solo se concentra en Internet. Las redes visibilizan el problema, dan eco a un pensamiento que se contagia en la calle como un virus. Más en épocas de crisis, cuando hay que poner color al enemigo. El racismo en Internet, lejos del camuflaje cobarde de las redes, es solo una pequeña muestra de la sociedad. Empezando por algunos representantes políticos. Los partidos que difunden ese odio han crecido en los últimos años. Pero además de los partidos políticos, hay asociaciones que también lo difunden y tienen una gran capacidad de influencia. La presencia del discurso del odio en el debate político y en la esfera pública actual se ha reforzado y expandido por Internet, lo que provocado que los argumentos racistas se haya normalizado. Por eso es muy importante que Webó paralizase un espectáculo planetario.

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