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Charcos ajenos

Del director ·

Supongo que la consejera Castilla ha aprendido la lección

Viernes, 17 de septiembre 2021, 06:36

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Viendo lo ocurrido con el plan que tenía en marcha la Consejería de Turismo sobre los charcos de playa en las islas, creo que lo coherente es renunciar a la aspiración de que Canarias asuma las competencias en Costas. Mejor las dejamos en manos de Madrid y que sean ellos los que decidan. Aquí, por lo que se ve, no hay voluntad de coordinación, tampoco de poner cabeza al asunto y menos aún de que cada administración asuma que no pasa nada por ceder un pelín en su control si es en beneficio de todos.

Al final, el departamento que dirige Yaiza Castilla arroja la toalla a la vista, según admite la propia consejera, la contestación social. Para ser exactos, sería la contestación política y administrativa de ayuntamientos que no quieren que venga otro a decir lo que deben hacer. De manera que los charcos seguirán como están, unos convenientemente organizados y adecentados, otros dejados de la mano de Dios, unos con cemento puesto de cualquier manera para que el acceso sea más cómodo, otros con chiringuitos abiertos sin permiso, unos con señalética en condiciones e incluso en varios idiomas y otros 'administrados' de facto por el vecino de turno que incluso se lleva unas perrillas por llevar allí a los despistados.

Después pasa lo que pasa: este verano hubo que lamentar una desgracia en un bufadero tinerfeño y escuchábamos al alcalde quejarse amargamente de que por más que hay carteles advirtiendo del riesgo, la gente acude y obvia los avisos. Porque con los charcos sucede que da igual ya si están o no en un catálogo turístico: basta con que alguien coloque una imagen en una red social para que salten al escaparate mundial de las nuevas tecnologías de la comunicación. Y acto seguido se convertirán en un reclamo para millones de turistas. De manera que cuando vengan, ojalá se encuentren el lugar mínimamente acondicionado. Quizás algo de esto iba en la filosofía de la iniciativa de la Consejería de Turismo, pero al final acaba en un arcón del Gobierno, en ese que pone por fuera:'Asuntos archivados porque obligaban a ordenar lo existente y significaban incomodar a alcaldes y cabildos'.

Supongo que la consejera Castilla ha aprendido la lección:no conviene meterse en charcos ajenos. Ahora ruego para que si finalmente se asumen las competencias en Costas, el elegido para llevarlas pueda alguna vez ir a ese arcón, sacar las carpetas y gestionar como debe ser. Si no, que todo siga durmiendo el sueño de los justos.

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