Cero líquido
El cero es ese punto donde nada existe, un espacio vacío. Hace apenas tres años una buena parte de la sociedad canaria se movilizó contra las prospecciones de Repsol en altamar. El Gobierno canario de entonces dio impulso a una protesta enfrentada a la iniciativa del Estado, que muchos se empeñaron en reducir a un conflicto de personalidades entre el presidente archipielágico de turno y aquel ministro sin sol. Para la multinacional interesada en rascar aquellos fondos, a unos 54 kilómetros de la costa más cercana de Lanzarote, la experiencia fue como un dolor de muelas. Una reacción tercermundista, dijeron.
La evidencia de que Canarias es líquida está en el horizonte. Agua por todas partes. No es sólo la obviedad de ser islas, tierra rodeada. Es que hace tres años un nacionalismo gobernante señalaba aquellas perforaciones como una agresión a la integridad insular, y ahora ese mismo nacionalismo ha decidido que más allá de las 12 millas náuticas sólo hay un cero. Cero competencias ante lo que ocurre por esos mares pa’fuera, aunque se incendie San Borondón. Ay, Victoriano Ríos, tanto remar para esto.
De aquel barco perforador a este barco ardiendo al sur apenas han pasado dos años y medio, y ahora la primera reacción oficial es un rotundo cero. Tal vez son los calores del verano; a los pocos días ya quedó claro que se hará lo que mande el patrón, criterio efímero propio de gestores tan modernos. Puro líquido. Si hace meses dijo el presidente que no trata con medianeros, ahora precisa que tampoco se ocupará de medianeras.
Y así se va el verano, de charco en charco. Con el amoniaco propio de los nutrientes marinos, que dan cero problemas. Ese aroma al que tendrá que acostumbrarse usted, estimado bañista, si quiere seguir bañándose en estas microaguas cada vez más calentitas.
