Al casino de Las Vegas
Frecuencia modulada ·
«Ana Oramas vuelve a la mesa de juego con el pragmatismo que ha caracterizado al nacionalismo»Jugar a los dados es un deporte de riesgo. La suerte siempre pasea con planes propios en la cabeza, derroteros por los que los pobres humanos caminamos con una venda en los ojos mientras la diosa fortuna se carcajea a gusto. Necesitas un doce y sale un tres, anhelas el cinco pero toca conformarse con el diez, soplas con fuerza el puño pensando en el siete...y al choque de los dos cubos al final del tapete el crupier del Congreso de los Diputados grita «¡174!, gana el señor de la pajarita roja». No va más para el PSOE.
Caprichos del azar. La votación la semana pasada de la reforma laboral deja en la retina un rosario de fotogramas dignos del más luminoso de los casinos de Las Vegas. Pedro Sánchez aparece la sala principal del Venetian como el tahúr que mete su última ficha en la máquina tragaperras, tira con fe de la palanca y se despierta con el tintineo de las monedas cayendo en su vaso. Pese a que ni ERC ni el PNV quisieron acompañarle en la partida, el presidente del Gobierno salva los muebles gracias a Ciudadanos y se encuentra de carambola con ganancias suficientes para avanzar en lo que resta de legislatura. Suerte no le falta.
En cambio, la fortuna continúa siendo esquiva para el líder de la oposición. Desde que llegó a la presidencia del PP, Pablo Casado lleva ya muchos millones gastados en la ruleta del Bellagio, miles de tardes plantado en la mesa de 'blackjack' del Circus y cientos de faroles al póquer como para rendirse a la aritmética parlamentaria. El gafe persigue al líder conservador que cumple penitencia por tierras castellanas a la espera de una victoria electoral que esconda el mal fario y le permita volver a pisar moqueta. Votar telemáticamente no debe ser tan difícil.
La partida deja en cambio un sabor agridulce en la boca de Yolanda Díaz. La 'líder' de Unidas Podemos llegó al Caesars Palace atrayendo todos los focos, como una estrella capaz de sacar a la izquierda de la oscuridad. «Todo o nada», proclamó con orgullo en un viaje a Cataluña del que volvió con la cartera vacía, consciente de que la ruptura de la alianza de la investidura debilita su peso en la partida. Sale del envite con lo puesto mientras Rufián se relame a las puertas del casino.
En clave canaria, CC retorna al tablero. Tras media legislatura escorada a la derecha, Ana Oramas vuelve a la mesa de juego con el pragmatismo que ha caracterizado al nacionalismo en toda su existencia. Apostar a caballo seguro es la única forma de ganar siempre en Las Vegas. Y a lo mejor hasta algo de suerte le cae a Canarias.