Canarias, zona 'turistrófica'
Tribuna libre ·
La pandemia no ha parado nuestra economía durante una semana, cual nevada Filomena. Ni la ha «perturbado», cual inclemencia climática. La ha destrozadoTas la gran nevada de Filomena, en la que el impacto emocional más agradable ha sido contemplar esa enorme lona publicitaria de las Dunas de Maspalomas sobre las heladas calles de Madrid, surge el planteamiento de varias instituciones peninsulares de solicitar la declaración de zona catastrófica para las áreas, ciudades o regiones bajo su gobernanza.
La consideración de zona catastrófica puede ser solicitada al Gobierno para poder recibir ayudas económicas aquellas zonas que se hayan visto gravemente afectadas por una catástrofe natural - inundaciones, terremoto, incendios forestales, nevadas severas- que provoque daños personales y/o materiales. Y se ampara en la Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil, estando reservada la declaración de zona catastrófica a siniestros «que perturben gravemente las condiciones de vida de la población en un área geográfica determinada, o cuando se produzca la paralización, como consecuencia del mismo, de todos o algunos de los servicios públicos esenciales».
La próxima onomástica de San Valentín coincidirá con la publicación del artículo que, en fecha del 14F del ya pasado año innombrable, titulé con la referencia de 'Juego de Tronos', con su famoso «Winter is Coming» («Se acerca el invierno»). Recién aterrizados que estábamos de esa anual peregrinación canaria a Fitur, la principal preocupación de aquel momento seguía centrándose en la conectividad aérea (desaparición de Thomas Cook, cierre de bases de Ryanair), y en la carestía de los billetes Canarias-Península, tanto para residentes como para el turismo peninsular.
La OMS descarta para este año la inmunidad colectiva (...) El Dúo Dinámico que calienta motores...
Aun desconociendo todos en el planeta la que realmente se nos venía encima con la pandemia, algunos de los pasajes reflejados en aquel artículo hacían mención a cuestiones tales como «...helados nos ha dejado estos días la noticia de la cancelación del Mobile de Barcelona...» ; «...el coronavirus no es sólo dañino, sino que la OMS lo ha definido como amenaza muy grave para el mundo» ; o «...amén del caso anecdótico del turista alemán bajo atención sanitaria en La Gomera... a poco que se generaran mayores temores a viajar, bien que se podría generar alguna que otra consecuencia no deseada para nuestro principal motor económico, el turismo».
Coincidía también aquel artículo con un carnavalero mes de febrero en que Canarias dio la bienvenida a 1.300.000 turistas, entre extranjeros y nacionales. Prácticamente la misma positiva cifra de turistas de febrero 2019... y a un inesperado mes vista de la traumática experiencia de saber lo que se iba a sentir bajo la declaración del estado de alarma. Previo paso un par de semanas antes -cual clase preparatoria al parto en cuanto a confinamiento- por la calima del siglo que hasta cerró nuestros aeropuertos.
En mi capacidad previsora pandemística («dicen que es como una gripe»), inversamente proporcional a la evolución real de mi presbicia, los fundamentos para aquel Winter is Coming daban casi igual o más importancia a la ya comentada pérdida progresiva de conectividad aérea, que a la llegada -irónicamente, también por vía aérea (aeroportuaria y respiratoria)- del coronavirus. Con el complementario dato laboral de que las islas comenzaban el 'innombrable' año con la muy preocupante cifra de 210.000 parados.
210.000 parados. Cuánto no daríamos hoy -dada la terrible actual situación socioeconómica y laboral del archipiélago- por seguir anclados en esa cifra, en lugar de los ¡¡270.000!! con los que hemos cerrado tan nefasto año. Sin contar con los casi 84.000 trabajadores inactivos bajo el salvavidas temporal de los ERTE. Y todo ello, a la espera, a finales de este enero, de los que seguro serán dolorosos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre del año recién mandado a freir espárragos. Con cifras y porcentajes relativas a la destrucción de empleo en niveles nunca antes sufridas en nuestra tierra, previsiblemente próximas a 300.000 parados y entre un 35-40% de paro si se considera también a las personas en ERTE.
Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (por fuerza mayor -la pandemia-), que sin duda han venido a constituirse en la tabla de salvación temporal de miles de trabajadores, y cuya próxima prórroga parece se vislumbra ahora hasta final de mayo, coincidente -fítetú- con el Día de Canarias. Que no apunta a que tampoco este año vaya a ser día grande como para entonar el somos costeros con alegría, si acaso con nuestro habitual orgullo.
Pero que siguen sin redefinirse -los ERTE- para todo tipo de empresas con exoneración total de cuotas a la Seguridad Social respecto a los trabajadores aún en hibernación. O que siguen sin visualizarse prorrogativamente, para mayor tranquilidad y al menos en las islas, hasta el 31 de diciembre. Tal y como si hizo Alemania para su economía y empresas. Además de las ayudas directas alemanas hasta de 200.000 euros para sus Pymes. O la exoneración de impuestos y tasas por los que, a pesar de estar completamente cerradas, muchas empresas, ni siquiera reciben los servicios públicos correspondientes - ¡y no digamos autónomos a los que, aún sin facturar un solo euro, incluso se les ha vuelto a subir las cuotas!-. Entre otras medidas prácticas de salvación que no sean las de 'exención temporal y con intereses', pan pa' hoy y hambre pa' mañana.
La pandemia no ha parado nuestra economía durante una semana, cual nevada Filomena. Ni la ha «perturbado», cual inclemencia climática. La ha destrozado. Alcanzando en breve el umbral de un año sin actividad alguna, lo cual ha supuesto en Canarias la pérdida -oficialmente- de unos 60.000 puestos de trabajo y ha destruido unos 10.000 negocios, principalmente de Pymes, y de micro-Pymes y autónomos. Y, en consecuencia, ha incrementado la demanda de prestaciones sociales para comedores, alquileres de vivienda, pago de recibos de suministros básicos (la luz, ay, ese recibo de la luz...). A la vez que como región, «complementariamente», nos hemos visto arrollados -y abandonados- ante la llegada masiva de más de 10.000 personas inmigrantes en busca, la mayoría de ellos, de un futuro de oportunidades. O superados por el esfuerzo titánico de nuestro personal sanitario, afrontando no sólo la pandemia, sino también el no sobrecargar aún más nuestras famosas 'listas de espera' en patologías comunes, algunas de ellas de urgentísima atención.
El turismo, nuestra razón de ser. Como locomotora económica, social y laboral que ha sido, es y deberá seguir siendo de nuestra archipielágica región. Ahora, por desgracia, varada y congelada en el andén de ese 0 turístico que jamás tuvo la osadía de siquiera hacer acto de presencia en la peor de nuestras pesadillas. Y con visos de que no empiece a andar con algo de fundamento hasta al menos la segunda mitad de este 2021 que, confiemos, de verdad sea el año 1 de una esperanzadora era gracias al trepidante avance científico de la vacuna. Que, por cierto, en California han anunciado van a vacunar hasta en...Disneylandia. Tal cual. A mí, como si me la pone Mickey.
Jet2, el estratégico touroperador británico, que vuelve anunciar suspensión de operaciones hasta al menos Semana Santa. Ángela Merkel que prealerta de nuevas y severas restricciones para su población. La pandemia desatada de uno a otro confín, también aquí. Empresas echando el cierre aquí, y no en Pekín. Toda Europa a las puertas de repetir confinamiento 'integral'. La OMS que descarta para este año la inmunidad colectiva, a pesar de las vacunas. El Dúo Dinámico que calienta motores...
Canarias, zona 'turistrófica'. Así debiera solicitarse y declararse -sin rasgarnos las vestiduras- la situación del archipiélago. Y hasta denominarse, si necesario, el plan de rescate preciso, realista y urgente que permita enderezarnos tras el macanazo de la pandemia. Cual 'Bentago Express' solventando su encallamiento en Agaete, camino de los astilleros para ser completamente reparado, para volver a surcar con seguridad e ilusión el Mar de Canarias.
'Asalto al Capitolio', 'Frozen 3 y el secreto de las palas', ... ¿Y si volvemos a los clásicos? Como 'Volver a empezar', de Jose Luis Garci.