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«Hola, Victoriano. Siguen sin pagar y hay cabreo generalizado y mucha impotencia». Esta es la respuesta recibida en la noche del viernes tras preguntar a un profesional de la cultura si por fin la Sociedad de Promoción del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria se había puesto al día en los pagos. Algunos corresponden, como ya se advirtió en este mismo espacio del periódico el 19 de febrero, en el texto titulado '¿Cuándo se cobra?', a actividades culturales desarrolladas a comienzos de 2022 –no es una errata, aludo al pasado año–. En aquel texto comentaba que el sector estaba temeroso porque llegaba el carnaval y se temían que, como ya es tradición en la Sociedad de Promoción, los gastos de las carnestolendas tendrían prioridad a la hora de los pagos. Dicho y hecho. El temor se ha convertido en indignación, hartazgo y vergüenza por haber caído en la trampa –por necesidad, porque hay que comer y pagar facturas– y haber protagonizado proyectos culturales con el Ayuntamiento que preside Augusto Hidalgo.
Será que así funcionan todas las urbes que aspiran a ser capitales europeas de la cultura... Dejemos a un lado la ironía que el patio no está para fiestas y reflexionemos sobre las preguntas que se hacen en el sector: ¿qué criterio se sigue para los pagos? Y es que si en cualquier entidad pública el orden de llegada es determinante... ¿Por qué, por ejemplo, Lorena Castell ya cobró los 12.000 euros acordados por copresentar la gala drag y los artistas y promotores que llevaron a cabo su trabajo hace meses o más de un año siguen esperando? ¿El criterio acaso lo marca ser parte del 'lobby'? Desde la lógica y la justicia no hay respuesta que valga.
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