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El balance de Illa

Del Director ·

Comunica bien pero la alegría de la huerta no es precisamente

Francisco Suárez Álamo

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 26 de enero 2021, 00:51

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El ministro Salvador Illa entrega hoy los bártulos. El fonendo, la bata blanca, los viales que le hayan sobrado de la vacunación y un par de paquetes de gasas que siempre lleva en un bolsillo... ¡ah, es verdad, que el hombre ni es médico, ni enfermero, ni auxiliar!

Se va un ministro que seguramente fue feliz el día de su toma de posesión porque pensó que le había tocado uno de esos ministerios en los que se pueden disfrutar los fines de semana y de lunes a viernes sestear convenientemente. El tópico aseguraba que Sanidad era un regalo, un sitio en el que conocer la dinámica de la política en Madrid pero donde tampoco había mucho margen para el lucimiento: ni para meter la pata, pues era uno de los departamentos con menos competencias directas y más descentralizado

Después llegó el dichoso coronavirus covid-19. En el balance de Illa hay que señalar que uno de sus mayores errores en el minuto uno de la pandemia fue pensar que Sanidad contaba con estructura suficiente para centralizar la gestión ante la crisis. A las primeras de cambio se vio que no era así y la prueba del algodón fue que las autonomías que recurrieron a sus contactos para solventar la falta de medios (desde respiradores a mascarillas) salieron mejor paradas que las que lo fiaron todo a las gestiones de Madrid. Otro de los errores de Illa fue no haber sido claro con el asunto del supuesto comité de expertos que tomaba las decisiones que afectaban primero a todos los españoles y después a las diferentes autonomías. Con lo fácil que habría sido decantarse por la sinceridad admitir desde el principio que había un condicionante político.

En el lado positivo hay que reconocerle que en la puesta en escena ha sido un tipo que comunicaba relativamente bien, moderado en las formas, con capacidad para hacerse entender y que, frente a los largos, larguísimos monólogos de Pedro Sánchez en el primer estado de alarma, resultaba mucho más conciso. Azoriniano incluso. Eso sí, la alegría de la huerta no es precisamente. Pero cuando se comparece un día sí y otro también para informar sobre la cifra de muertes y de contagios de una enfermedad que todavía sigue siendo una incógnita, pues tampoco hay que esperar demasiadas sonrisas. De hecho, quien lo hace lo paga caro ante la opinión pública, como ha sucedido en más de una ocasión con Fernando Simón.

Ahora veremos si Illa es tan buen candidato como apuntan los primeros sondeos. Cataluña lleva tanto tiempo en crisis que igual este médico que no lo es encuentra la cura.

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