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Amantes del 3%

Jueves, 21 de junio 2018, 12:11

La que armó Pasqual Maragall cuando en un rifirrafe parlamentario con Artur Mas, en el año 2005, acusó a CiU de quedarse con el 3% de los costes de las obras públicas que se realizaban en Cataluña. Fue en plena tramitación del Estatut posteriormente laminado y el dirigente socialista, entonces presidente de la Generalitat, retiró las acusaciones para evitar la ruptura de relaciones con los nacionalistas en pleno proceso de tramitación del nuevo marco estatutario. Lo que ha llovido desde entonces.

Ahora otro catalán, Albert Rivera, vuelve a esgrimir el famoso porcentaje. Pero en esta ocasión lo hace para proponer que se establezca en él la barrera de votos en el conjunto del Estado que, a su juicio, cualquier partido debiera superar para poder acceder al Congreso de los Diputados. Lo que, de forma nada disimulada, es una manera de plantear la expulsión de todas las formaciones de carácter nacionalista. Y de sus votantes. Los que intentan adueñarse de himnos y banderas, y de reducir a eso el patriotismo, suelen terminar siendo muy peligrosos.

Si tomamos como muestra las elecciones de junio de 2016, ninguna fuerza nacionalista superó esa barrera. La más cerca que estuvo fue ERC, con un 2,63%. Por razones poblacionales, solo el nacionalismo catalán podría acercarse a esa posibilidad. Mientras que el PNV, pese a su gran peso político y electoral en Euskadi, de apenas dos millones de habitantes, similar a Canarias, no tendría opciones. Como tampoco las tendrían los nacionalismos navarros, canarios, baleares o gallegos. Los más de 1,7 millones de votos de ese espacio político, el nacionalista, no se transformarían en representación alguna.

Cierto es que algunas de las encuestas recientes sitúan a ERC en torno al 3% de los votos globales, la única formación, por tanto, que parece que está en condiciones de alcanzarlo. Y que, de formularse la restrictiva propuesta de Rivera, los diversos nacionalismos podrían acceder a través de una compleja lista conjunta, como sucede en las elecciones europeas.

Canarias.En el caso canario, cuando el nacionalismo estaba unido y alcanzaba los mayores apoyos ciudadanos, en las generales del año 2000, apenas superó el 1% de los sufragios en el conjunto del Estado. Logró entonces en la Comunidad canaria el 30% de las papeletas y cuatro escaños. Con la propuesta de Rivera se hubiese quedado en blanco. Hoy, en el hipotético caso de que CC y NC fueran juntos a las generales apenas superarían el 0,5%. En los comicios de 2011, en los que concurrieron en una única plancha, obtuvieron un 0,6%.

A Rivera, que ve españoles y solo españoles y que, hasta hace bien poco, pensaba que iba directo a La Moncloa, se le han torcido sus planes y, tras encontrar un filón en la crisis territorial catalana, quiere expandir el enfrentamiento al resto del Estado. Considera que sus propuestas entre más radicalmente centralistas sean más posibilidades de votos le ofrecen.

No es muy responsable andar en cuitas electoralistas en temas bien serios ni creo que se construya un proyecto común excluyendo, sino integrando y poniendo en valor la riqueza de la diversidad. Ahora que tiene muy lejana su llegada al Gobierno, en el mejor de los casos, y no parece probable, en 2020, ahora que ninguna encuesta le otorga la primera plaza,debiera serenarse, reflexionar y estudiar. Y estar menos sujeto a la demagogia populista a la que nos tiene últimamente acostumbrados, tanto en sus propuestas como en su atribución de medidas y movilizaciones que en modo alguno ha planteado él ni su formación política. La vuelta al centralismo franquista puede que entusiasme a algunos. Considero que es mucho más productivo ahondar en el proceso autonómico y conseguir una España plurinacional y respetuosa con las especificidades de sus territorios, solidaria y con un proyecto común sin exclusiones.

Canarias sabe muy bien la lacra que supuso el feroz centralismo y, como otras comunidades, no está dispuesta a repetirlo. Al contrario, los distintos estudios sociológicos confirman que sus habitantes son favorables a igual o mayor autonomía, muy por encima de la media estatal. En la encuesta de Técnicos en Socioanálisis (TSA) para CANARIAS7 de abril se recogía que un 35% desea más autonomía frente al 13,4% de los datos que arroja el barómetro de mayo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como media estatal. La mayoría de los entrevistados por TSA, un 47,8%, opta por mantener el mismo nivel de autogobierno.

Somos también de las comunidades con mayor sentimiento identitario. En la referida investigación de TSA se manifiesta solo canario o más canario que español el 36,7% de la muestra, más del doble que lo que el CIS refleja para el conjunto del Estado (16%).

Respecto al carácter identitario, en el último estudio del CIS se manifiesta solo de su comunidad autónoma o más de su comunidad que españoles el 17,1% de los encuestados. Si vamos a la investigación llevada a cabo por TSA para la Comunidad Canaria este porcentaje se eleva hasta el 36,7%, algo más del doble, de los que un 6% se manifiesta exclusivamente canario y un 30,7% más canario que español. En los dos informes se sienten tanto de su comunidad como españoles la inmensa mayoría, en torno al 55%.

Pacto constitucional.Pero eso no parece que lo conozcan los intelectuales españoles de izquierdas. Al menos el grupo de 60 juristas, politólogos e historiadores, entre los que se encuentran Victoria Camps, Javier Pérez Royo, Anton Losada, Julián Casanova o María Eugenia Rodríguez Palop, impulsores del manifiesto Renovar el pacto constitucional.

Comparto muchas de las inquietudes y propuestas de los mismos, y su idea de avanzar hacia una España federal desde el mutuo reconocimiento y la solidaridad interterritorial. Pero me llama la atención cuando afirman que «las reivindicaciones nacionales catalanas, vascas, gallegas o de otros territorios con demandas de carácter identitario (Comunitat Valenciana, Illes Balears...) no deben entenderse como una amenaza a la democracia española ni a la unidad del Estado sino como aspiraciones legítimas de una parte de la ciudadanía libremente expresadas en una sociedad plural y democrática».

Cualquier estudio confirma que en el tema identitario Canarias está por encima de Galicia, de la Comunidad de Valencia o Baleares, comunidades mucho más centralistas y menos nacionalistas. El olvido o marginación de Canarias en este y en otros casos no es, en modo alguno, una exclusiva de las derechas políticas o intelectuales, de viejo o de nuevo cuño. Y sin que nos apliquen el 3%.

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