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Imagen de archivo del fotoperiodista Javier Bauluz. Arcadio Suárez
Agua de remolacha

Agua de remolacha

...y los gatos tocan el piano ·

Domingo, 19 de junio 2022, 00:04

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Buena parte de los derechos que hoy podemos ejercer han sido arrancados al sistema gracias a la desobediencia civil no violenta. El feminismo fue pionero en este tipo de acciones, muchas de las cuales terminaron con las activistas entre rejas y con el cuerpo lleno de moratones.

Hablamos obviamente de protestas en países con cierto talante democrático, países en los que nunca falta un poder que siempre intenta poner todo tipo de obstáculos para el incremento de los derechos. En España, la ley mordaza que aprobó el PP y que el actual Gobierno no ha derogado es un ejemplo de la alergia a cualquier crítica del 'statu quo' por minúscula que sea.

Esta semana hemos conocido que al menos una decena de personas, científicos, investigadoras, divulgadores y divulgadoras… han sido acusadas de un presunto delito de atentado contra las altas instituciones del Estado y desórdenes públicos, así como de daños a un edificio singular, el Congreso de los Diputados y Diputadas. Su acción fue tirar agua de remolacha a la fachada (agua de remolacha que se limpia con una manguera) y protestar llamando la atención sobre los efectos del cambio climático. Nada menos que la Brigada Antiterrorista es la que se ha encargado de un caso tan enrevesado como este y en el que, a la mayor brevedad se concederán medallas al mérito al autor intelectual de la hazaña policial.

La misma ley mordaza ha servido para multar al fotoperiodista y Premio Pulitzer Javier Bauluz, 960 euros por «faltar el respeto» a un agente y «negarse a identificarse» mientras fotografiaba el bochornoso estado de las instalaciones de acogida para migrantes en el puerto de Arguineguín.

Lo bueno que tiene esta actitud represora del día a día es el entrenamiento que va dejando en el cuerpo, de tal forma que cuando llega la ultraderecha ya tenemos la costumbre.

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