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Adiós a Génova

Del director ·

Romper con el pasado es algo más que hacer una mudanza

Miércoles, 17 de febrero 2021, 06:43

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Romper con el pasado no debe ser fácil. Por eso supongo que no le debe haber sido fácil a Pablo Casado tomar la decisión de abandonar la sede nacional del Partido Popular en la madrileña calle de Génova. Claro que romper con ese pasado me parece que es algo más que hacer una mudanza. En todo caso, y siendo generosos, por algo se empieza, pero la catarsis que precisan los de Casado va más allá de un inmueble sin fantasmas del pasado. Porque se han dado casos en los que esos fantasmas se cuelan en los furgones de la mudanza y se van a la nueva casa, donde acosarán sin cesar a quienes ocupan los sillones en los que ellos se sentaron con anterioridad.

El desastre del PP en Cataluña no se resuelve con echar el cierre en Génova 13. No creo que ni uno de los votantes que se fueron a Vox el domingo pasado lo hicieran pensando en el edificio del PP en Madrid. ¿Quizás en lo que allí se hizo en materia de presunta corrupción o lo que supuestamente no se hizo para atajarla? Pues puede que sí, pero insisto: el problema no es de la sede, sino de la estructura de funcionamiento y, sobre todo, de la falta de valentía para denunciar lo que pasó y a sus responsables. Y añadamos a esto algo que Vox sí tiene claro y que escasea en el PP actual: un corpus ideológico que se vea venir a la legua. Porque las ideas de Abascal y los suyos podrán gustar o no pero hasta el más alejado de ellas sabe cuáles son. De hecho, uno de sus éxitos en la campaña catalana fue salir a las calles a pecho descubierto, decir lo que pensaban a sabiendas de que algunos descerebrados los iban a recibir a pedradas. ¿Qué hizo, por contra, el PP? Pues un día era español por encima de todo, otro parecía ser primero catalán y ya en el minuto final llegó a desmarcarse de las cargas policiales aquel 1 de octubre en que el independentismo desafió sin tapujos a la legalidad.

En lugar de subirse a la bola de derribo cual Miley Cyrus para acabar con el edificio de Génova, Pablo Casado debería dinamitar el pasado. Pero está por ver que pueda hacerlo cuando él sabe mejor que nadie qué apoyos buscó para conseguir la presidencia del partido. Incluido el de María Dolores de Cospedal, que ya veremos cómo sale del entuerto de las conversaciones con Villarejo y de las ganas de Bárcenas de tirar de verdad de la manta.

Con todo ello, lo anunciado ayer es un paso tan tímido que vale más para un par de memes en las redes sociales que para una estrategia seria de reconversión. Ya puestos, el PP se puede ir a la sede de Ciudadanos: esa seguro que se alquila por un módico precio.

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