Acciones en vez de intenciones
Aún me emociono cuando vuelvo a ver las imágenes de miles de ciudadanos concentrados de forma espontánea en la avenida de la playa de Las Canteras para rendir homenaje a todos aquellos que, de una forma u otra, lucharon contra las llamas que calcinaron una parte importante del pulmón de Gran Canaria. Fue una demostración de unión y solidaridad espontánea única que se vio refrendada con la ovación que se llevaron los pilotos del 34 Grupo que sobrevolaron la joya de la corona de la capital con sus hidroaviones. Un gesto hacia ellos pero que se hacía extensivo a todos los que batallaron en la cumbre. Además, esta movilización ciudadana estuvo acompañada por una ola de apoyo y conciencia en redes sociales de miles de internautas que no pararon de colgar imágenes, vídeos y mensajes sobre la devastación de las cumbres de nuestra isla y sus consecuencias futuras.
Todo eso es genial y debe de servir como ejemplo a estas y futuras generaciones que son las que tienen la llave para crear un mundo sostenible, pero ahora es el momento de acciones dejando a un lado las intenciones. Está bien colgar fotos en redes y escribir mensajes de ánimo, pero los habitantes de los municipios afectados precisan ahora, más que nunca, la ayuda de sus vecinos grancanarios. Ellos llevan varias semanas con sus negocios cerrados o trabajando al mínimo debido, primero a las llamas, segundo a la prohibición de subir por seguridad y, tercero, al miedo de la población de verse en situaciones de riesgo. Pero el mismo ya pasó –a excepción de zonas de bosque perfectamente acotadas–. Ahora es cuando debemos de mostrar nuestra solidaridad subiendo a Tejeda, Artenara o los altos de Gáldar, entre otros muchos enclaves que fueron pasto de las llamas, para consumir sus productos, comer en sus restaurantes o dormir en sus establecimientos.
Las empresas de estos enclaves situados en la zona cero de los incendios dan trabajo a muchísimas familias y los mismos están en serio peligro. Por ello, el simple gesto de, por ejemplo ir al campo en vez de la playa, ayudaría muchísimo para que el sufrimiento de esta gente que ha tenido que dormir bastantes noches fuera de sus propias casas, sea menor. La cumbre de la isla ha sufrido, pero queda mucho paisaje que disfrutar y numerosos senderos que siguen intactos y conducen a enclaves mágicos. O si no, el propio fuego es un reclamo muy importante para seguir alimentando conciencias de lo vulnerable que es nuestro ecosistema si no se cuida y conserva. Acciones en vez de intenciones, visite la cumbre de Gran Canaria.