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Abuelo, escribo en CANARIAS7
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40 aniversario CANARIAS7 ·
Quién le iba a decir a la niña que nunca tuvo claro lo que quería ser que acabaría dedicándose a escribir y que acabaría sintiendo que está justo en el lugar en el que debe estarMentiría si dijera que siempre tuve claro que quería dedicarme al periodismo. También lo haría si dijera que tuve grandes referentes y que gracias a su influencia me dedico a lo que me dedico hoy. Pero no voy a mentir. Porque, a mi parecer, una de las condiciones para ejercer de forma correcta esta profesión es ser una persona honesta. Así que, voy a predicar con el ejemplo.
Siento que desde que somos pequeños y pequeñas se nos presiona un montón con la famosa pregunta de «¿qué quieres ser cuando seas mayor?», que, con el tiempo, se transforma en «estudia la profesión a la que quieras dedicarte el resto de tu vida». Y sí, ese discurso es maravilloso para las personas que lo tienen claro. Pero, ¿y si no tienes ni idea de lo que quieres ser? Ahí es cuando aparece el verdadero problema.
Yo es que nunca he sido una persona con las ideas muy claras. Siempre he sido más bien insegura. E indecisa. Muy indecisa. Me gustaban muchas cosas y a la misma vez no me gustaba nada. Así que me resigné a esperar a que algún día me llegara una especie de revelación divina. Pero eso nunca pasó.
Las verdaderas culpables de que finalmente estudiara periodismo fueron mis ganas locas de escribir. Pero no eran ganas de escribir por escribir y ya está, sino que deseaba con todas mis fuerzas (y lo sigo haciendo) convertirme en alguien capaz de contar realidades muy distintas a la mía de la forma más honesta y humana posible.
Como dijo una vez el gran Eugenio Scalfari, «periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente». Y yo creo firmemente que la esencia de esta profesión, que es igual de desafiante que preciosa, está precisamente en eso. En que, para mí, los periodistas y las periodistas no deberíamos ser ni mejores ni peores que las personas que nos leen. Deberíamos ser simplemente eso, personas que cuentan lo que les sucede a otras personas, ofreciéndoles esa voz tan necesaria que quizá de otra forma no habrían podido tener. Deberíamos utilizar nuestro altavoz, sea más grande o más pequeño, para luchar por lo que no nos parece justo y para contribuir a que este mundo sea un lugar un poquito mejor.
Volviendo a mi sinceridad, durante mi etapa universitaria también me vi envuelta en un mar de dudas en el que tuve que aguantar mucho la respiración para no ahogarme. Nunca olvidaré la frase que me dijo un antiguo profesor de instituto, al que además apreciaba mucho, cuando le dije que estaba estudiando periodismo: «¿en serio? ¿Periodismo? Tú aspirabas a muchísimo más. Tenías las capacidades perfectas para ser médica o abogada». Se me quedó clavada. «¿Habré tomado la decisión correcta? ¿Debería cambiarme de carrera?» Y así volvió el eterno bucle del que me costó tantísimo salir.
Ahora que lo pienso, otro de los culpables de que me dedique hoy a esto fue mi abuelo Manolo. Era la persona a la que más le gustaba leer del mundo. Daba envidia ver lo bien que se lo pasaba. Pero de la buena. Siempre iba con un periódico debajo del brazo, por lo que era el primero en enterarse de todo lo que pasaba en el mundo y no dejaba un crucigrama sin hacer. Recuerdo que algunas veces me dejaba colocar las letras en los cuadraditos. Y me hacía muy feliz.
Me hubiera encantado que él hubiera tenido la oportunidad de leer alguno de mis reportajes. Creo que le habría hecho mucha ilusión ver mi nombre en el periódico. De verdad que sí. Pero tristemente se fue cuando yo tenía once años y seguía siendo esa niña que no tenía ni idea de lo que quería ser.
Abuelo, ahora, a mis veinticuatro años, puedo decir que soy periodista y que escribo para uno de los periódicos que tú solías leer, para CANARIAS7. Y escribo poniendo mucho corazón, porque creo que así se consiguen mejores cosas.
Y es que tengo muchísimo que agradecer a CANARIAS7. Por abrirme las puertas del periodismo, por dejarme conocer a personas con las que comparto un montón de cosas y por darme mis primeras veces. Pero sobre todo, por permitirme ver a mis padres recortar ilusionados cada uno de mis reportajes para conservarlos como si fueran un tesoro. Ese sí que ha sido el mayor de los regalos. Felices cuarenta años CANARIAS7, y que sean más.
Así que no. No soy ni médica ni abogada. Soy periodista. Y aunque suene cliché, tenemos que luchar por ser las personas que realmente queremos ser y no cometer el error de ser las que otros quieren que seamos.
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