Espiral

Qué salió mal en Cataluña? La democracia española tendrá que hacerse esta pregunta en algún momento, y encontrar a tiempo la respuesta correcta si pretende sobrevivir a las hostilidades del siglo XXI. De lo contrario sólo cabe esperar que la espiral en marcha doblegue a sus protagonistas siguiendo la dinámica de los agujeros negros. Dicen los expertos que los agujeros negros son lugares en los que las leyes conocidas de la física pierden sentido. Puedes sobrevivir dentro de ellos, sin comunicación posible con el exterior, o simplemente puedes quedar reducido a ceniza. Puro residuo.

De este modo, normas ahora fundamentales como la Constitución se diluyen en sus propios límites. Si la progresión actual sigue su curso, se repetirán acontecimientos descritos desde hace medio millón de años en el cráneo 17 de Atapuerca. Una tradición ibérica desarrollada a base de cuernazos por los siglos de los siglos.

Ahora en Cataluña duele el artículo 155 con la llantina de una conjura centralista, cuando apenas semanas antes el primer golpe llevaba la urgencia de independizarse. Todo antes de que la Justicia saque conclusiones de tres décadas de corrupción candente. Hoy, al cumplirse 40 años del regreso a Cataluña del presidente Josep Tarradellas, conviene revisar la carta que describió en 1981 lo que podía pasar después.

«Es evidente que se trata de ocultar el fracaso de toda una acción de Gobierno y de la falta de autoridad moral de sus responsables», dijo el venerable, harto de las «actitudes deplorables» observadas cuando Jordi Pujol empezaba a disfrutar de su herencia. Todos los temores expresados entonces por el guardián de las instituciones catalanas durante el exilio se concretan ahora, cuando se pretende resolver a pedradas legales lo que nadie quiso arreglar antes. Está descrito en la física: cuando una estrella se queda sin combustible, estalla hacia dentro en pedacitos y emprende un camino del que ya no puede salir. Su propio peso la devora.