En busca de plazas
Primero fue la consejera Cristina Valido, que le cayó en suertes luchar contra el paro y afrontar las políticas sociales, y ayer hizo lo propio José Manuel Baltar, que recibió como regalo de Navidad la Consejería de Sanidad. La una y el otro han dado la cara ante el problema de las personas mayores que, literalmente hablando, habitan en los centros hospitalarios porque no hay camas en centros sociosanitarios y porque sus familias no tienen –en la mayoría de los casos– medios para prestar la atención que precisan. De entrada, vaya por delante el reconocimiento a los dos consejeros, que no han hecho como otros cargos de menor rango en el Gobierno, que prefirieron esconder la cabeza en un agujero a ver si pasaba el temporal y la noticia caía en el olvido.
A renglón seguido, es de justicia recordar que fue Paulino Rivero el primero que alertó en su momento de esta situación. Lo hizo siendo presidente del Gobierno de Canarias y entonces tuvo que soportar críticas bastante ácidas, quedando señalado como un alarmista que poco menos que se había inventado una realidad paralela... Pues ahí está la verdad: más de cien personas ocupando camas en los hospitales porque no hay en los centros que precisan para su correcta atención.
Se trata de un desafío en la gestión pública que va a más. Como apuntó ayer Baltar, el envejecimiento poblacional es el pan nuestro de cada día en las sociedades avanzadas, al combinarse el éxito en los tratamientos médicos, lo que prolonga la esperanza de vida, y el descenso en la natalidad. El resultado es una sociedad con más viejos y donde la senectud se prolonga, con lo que eso conlleva de días y noches de más para atender a las personas mayores. Y solo los que se enfrentan a ello saben el coste que supone, tanto desde el punto de vista económico como psicológico... e incluso para la salud de quien presta ese servicio.
Siendo presidente José Luis Rodríguez Zapatero, tuvo a bien descubrirnos que la dependencia era un derecho, y no cuestión de caridad. Pero le faltó encontrar los recursos para dotar a la legislación de los medios precisos. Después llegó la crisis, empezaron los recortes y apareció el PP, que encontró en esa crisis una excusa para meter la tijera en la dependencia mucho más allá de lo que la austeridad obligaba. De esos polvos vienen estos lodos... Como también vienen de la elefantiásica burocracia, esa que hace que cada expediente de dependencia se eternice y esa que hace que hoy un centenar de mayores vuelvan a dormir en hospitales porque, siendo como somos una región que crece más que la media y que presume de haber dejado atrás los recortes, parece que no hay dinero para atender a los mayores como merecen. O sí lo hay pero las prioridades son otras.