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El régimen lo controla todo

El régimen lo controla todo

Jueves, 1 de enero 1970

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Al calor de la lluvia de millones en los Presupuestos Generales del Estado el triunfalismo se ha instalado en Canarias como marca de propaganda. Millones, muchos millones para obras, para muchas obras convertidas en talismán de los problemas sociales de Canarias. Nada más lejos de la realidad. Las obras, palanca del cambio que propugna la política local que sufrimos, traerá lo de siempre, beneficios para muy pocos, empleo para algunos, clientelismo político y fotos de inauguraciones.

¿Es suficiente y es un éxito conseguir más dinero para obras? Creo, sinceramente, que no. Canarias sufre un grave déficit en la distribución de la riqueza, en materia de atención a las personas y en calidad democrática. Necesitamos reconducir nuestro sistema y otras políticas que mejoren sustancialmente los servicios públicos, especialmente las áreas sociales, la solidaridad con los más desfavorecidos y un impulso al empleo estable y de calidad frente a las miserias que ha dejado la crisis económica con el placet del Estado, más metido en las macrocifras que en el deterioro que han sufrido la vida de cada uno de los españoles. Ahí están las cifras de los desastres en materia de paro y servicios sociales. Miles de canarios en las listas del paro y en situaciones extremas, acudiendo a las organizaciones privadas para sobrevivir, repartiendo miserias de subvenciones, deambulando por servicios públicos en busca de ayudas menores para llegar a fin de mes. Ahí están millones de trabajadores con sueldos indignos, multiplicándose cada día para poder mantener a sus hijos comidos y vestidos, con lo mínimo indispensable para mandarlos al colegio o sostenerlos en las universidades. Frente a la lluvia de millones para obras de todo tipo, en los PGE se consignan para Canarias sólo seis millones de euros para la lucha contra la pobreza y lo que nos toque, del reparto nacional, para la dependencia.

¿Es CC un partido que vela por un sistema de mayor reparto social como se jactan sus líderes cada vez que presentan un presupuesto? Sumar lo obvio, educación y sanidad, a las mejoras sociales sólo cuela por la fuerza de la mentira que, una y otra vez, repiten. Nunca entenderé la jactancia y el triunfalismo de nuestros políticos canarios a la hora de hacer propaganda sobre la salida de la crisis o la lluvia de millones que nos llegan desde Madrid gracias a la soledad de Rajoy, cuando la realidad de la gente es otra, el empobrecimiento y las dificultades para llegar a final de mes o la falta de expectativas para que sus hijos tengan un futuro mejor. La verdad, la única verdad, es que los canarios nos hemos empobrecido, que el reparto de la riqueza que genera la economía, ha quedado gravemente distorsionado y que el Gobierno que nos gobierna no tiene ninguna intención de cambiar nada; todo lo contrario, enriquecer y privilegiar a quien ya lo tiene todo a cambio de migajas y de envilecer el sistema democrático hasta extremos insospechados e insoportables.

Todos los grifos de la recaudación en Canarias están abiertos, pero una administración incapaz de ver qué pasa en este Archipiélago sólo tiene cerebro para pensar en obras, en sus votantes... no en las personas. ¿Por qué al incremento de la recaudación no sigue una bajada generalizada de impuestos? Sería la única manera de redistribuir mejor la riqueza. El Gobierno que tenemos se ha dedicado a jugar a la propaganda facilona con los impuestos, colocando rebajas propagandísticas y pequeños pellizcos que justifiquen la incapacidad de gestión, incentivando, por ejemplo, la medicina privada con rebajas en atención médica. Frente a la posibilidad de poner más dinero en los bolsillos de los ciudadanos, este Gobierno prefiere controlar lo que entra y gastarlo en obras, previo reparto por islas para que los caciques locales puedan adjudicarlas, controlar los procesos y emplear a sus votantes.

Ocurrió el viernes en Fuerteventura, en el feudo de la CC más progresista. Allí estuvo Fernando Clavijo dejando en manos de Marcial Morales millones de euros para obras, convenientemente comenzadas, para ser inauguradas y puestas al servicio de los intereses electorales y, de esta forma, ganar votos. ¡Qué pobreza de quienes tanto se esperaba en esa isla!

Será habitual en los próximos meses ver a Fernando Clavijo repartiendo entre sus hombres el dinero de todos para un buen ejercicio de clientelismo, el que lleva practicando CC desde hace años en un sistema que está alcanzando su apogeo en esta legislatura con la resurrección del insularismo más descarnado, ese que privilegia con dinero a los ciudadanos cuyos representantes logran un puesto clave en los goznes del poder regional.

A la falta de perspectivas sobre los problemas económicos y sociales de los canarios, se une el deterioro del sistema democrático. Esta administración, la de Clavijo, ha profundizado gravemente en la brecha que separa a los canarios, el insularismo que ha deteriorado gravemente las competencias regionales del Gobierno, las que garantizaban el equilibrio. Han despreciado el sistema parlamentario, han burlado todos y cada uno de los sistemas de control con la complicidad del PP y del PSOE, repartiéndose el poder en cuotas. Este Gobierno camina, permanentemente, al filo de la legalidad sin que nadie, ni que quien debe controlar al poder ejecutivo y defender a los ciudadanos, incluida la justicia, ponga límite a tanto desprecio por las normas y los procedimientos.

La influencia de este Gobierno, que sustenta su poder en el 17,65% de los votos de los canarios, -tercera fuerza política, perdedora de las elecciones- es de tal calibre que ha logrado subyugar a partidos de poder como el PP y el PSOE, que ahora se disputan un puesto al lado de Clavijo para arañar cuotas de poder en el futuro. Una auténtica vergüenza que se aplacen los objetivos de elevar los niveles de democratización concretados en la iniciativa para cambiar el sistema electoral. Mucho me temo que el pacto del PP y del PSOE con CC acabe con esa posibilidad, aquí y en Madrid, y que se opte por una reforma que no rompa con los privilegios que el sistema otorga a CC, esto es, que siendo la fuerza que pierde todas las elecciones sea quien maneje el poder público en Canarias.

Pero más preocupante es para la sociedad canaria, que este partido, artificialmente hegemónico, haya logrado desarticular la sociedad civil. Comenzando por los empresarios, hasta hace tres años hipercríticos con la maraña administrativa, con el mal reparto de los fondos y con los gobernantes de la región. ¿Cuánto tiempo hace que la CCE no realiza un análisis real de lo que ocurre en Canarias? ¿A cuántas reuniones acuden los empresarios con gestores del Gobierno de Canarias para el reparto de subvenciones, servicios y obras? Los empresarios, especialmente los de Gran Canaria, han decidido formar parte de ese régimen, abandonando su espacio de libertad frente al poder político, ahondando más en esa confusión y especial relación que hace saltar por los aires los discursos liberales.

A pesar de lo que ocurre, del deterioro de los procedimientos democráticos, de las más clamorosas injusticias en todos los terrenos sociales, la mayoría de las organizaciones civiles viven en un largo letargo, marginadas, apartadas, desprestigiadas y en algunos casos, literalmente, creadas o compradas por el poder para dar batallas públicas. Los demócratas de estas islas, los librepensadores, los que aspiramos a una sociedad más libre, mejor representada, más justa y solidaria, poco o nada tenemos que hacer frente a un poder constituido en auténtico régimen que compra, descaradamente, todo lo que quiere, arrolla y arruina lo que le estorba y condena a la marginalidad las voces de la libertad.

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