El lado oscuro del fútbol
Si piensas bien la hondura del negocio que supone el fútbol, pasarías por completo. Y cualquier aficionado que se precie a poco que lo reflexione dejaría de seguir este espectáculo igual o mayor que el deporte en sí. El nombre de Ángel María Villar ha estado siempre vinculado a esas leyendas urbanas en las que se le asocia al lado oscuro del fútbol. Casi tanto como algo natural a su larga condición de presidente de la Real Federación Española de Fútbol, justo desde 1988. Casi nada para pasar inadvertido entre fichajes galácticos y multimillonarios crecientes. Por lo que, sea injusto o no, valga la debida presunción de inocencia, no sorprende ahora al españolito medio la operación anticorrupción en la que ha sido detenido.
A este paso para ver fútbol de verdad, el más cercano a las esencias del deporte, tendrás que irte a YouTube para visualizar temporadas de antaño. Y entonces puedes ver un partido de la Unión Deportiva Las Palmas en Segunda División allá por la década de los años ochenta o principios de los noventa con un Estadio Insular medio vacío en una tarde anodina de un club sin pena ni gloria.
La podredumbre del fútbol parece mayor que el de la corrupción de la Italia ochentera donde todos los partidos a izquierda y derecha estaban contaminados. No se salvaba nadie de ese poder establecido que estaba carcomido por acción o por omisión. Cuando en agosto comience la liga y toque ir al recinto de Siete Palmas mejor no pensar en estas cosas. Pero sí conviene rescatarlas solo cuando veamos en el graderío a alguno que le echa demasiada pasión e incluso empieza a lanzar improperios. Por eso casi mejor quedarse con el lado mítico del balompié: las pegatinas que coleccionabas siendo niño, el póster de aquel ídolo de la infancia en una alineación a recitar prácticamente con nombres nacionales o el recuerdo de esas primeras idas y venidas al campo de fútbol que te permitía respirar ese ambiente de las calles del barrio de Alcaravaneras las tardes que había partido. Este aroma social, porque el fútbol no deja de ser un proceso de emoción colectiva, es el que quedará el día en que este negocio pinche al estilo de la burbuja inmobiliaria. En realidad, ¿tantos millones y tanta deuda es asumible por los diferentes conjuntos? Si esto ocurre, no nos preocupemos. Entonces podremos seguir disfrutando del juego. Quizá, los que salgan al césped no tengan nombres tan rimbombantes. Pero es igual. Si no que se lo pregunten a aquellos en las islas que aún se saben de memoria las alineaciones ilustres de la Unión Deportiva Las Palmas o del Athletic Club de Bilbao. Aquello sí que era otra cosa.