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Corruptos de poder

Viernes, 21 de julio 2017, 00:56

Tengo sentimientos encontrados con la noticia de la detención de Ángel María Villar, su hijo, el tinerfeño Juan Padrón y compañía esta semana dentro de la operación Soule. Un golpe policial que ha impactado en la línea de flotación del fútbol español, el que presume ser el mejor del mundo, pero que fuera de los terrenos de juego, y sobre todo en el ámbito federativo, da lástima.

Por una parte me da pena, pavor, vergüenza... todos los adjetivos despectivos que se puedan utilizar –presunción de inocencia mediante–, de algunos que supuestamente se han aprovechado de años y años de mandato dictatorial al frente de la Real Federación Española de Fútbol. Personas con sueldos astronómicos que duplican y hasta triplican al del mismísimo presidente del Gobierno español y que han hecho de la federación de todos los futbolistas españoles, su coto de caza privado para hacer y deshacer con la connivencia de la asamblea general.

Gestores del deporte, personas que teóricamente deberían de trabajar por y para la práctica de esta modalidad no solo en categorías profesionales, sino también en las calles y canchas de cualquier barrio, pero que en el caso de España llevan 29 años sin que nadie discuta sus decisiones. Todo ello a pesar de que los grandes imperios de la comunicación de país les han ametrallado de manera sistemática denunciando actitudes ilícitas durante décadas.

Es digno reconocer la capacidad de supervivencia de Ángel María Villar, una persona tozuda y antipática como así lo califican quienes lo conocen, pero también amigo de sus amigos. Porque a pesar de la enorme presión que ha soportado, se ha seguido manteniendo en el cargo atrincherado en su hermetismo y silencio constante ante las dudas y preguntas sobre su sombría gestión.

Ahora no podrá seguir con esta política, señor Villar. No va a escapar de dar explicaciones ante el juez, algo nuevo para usted después de décadas de desprecios ante las preguntas de los periodistas.

Y si antes decía que me daba pena, pavor y vergüenza la detención de Villar, reconozco que también me transmite felicidad. No porque alguien esté detenido puesto que no hay peor mal que alegrarse del mal ajeno, sino por el hecho de que por fin el eterno presidente del fútbol español tendrá que dar explicaciones y, espero, de un paso a un lado y deje que nuestro deporte rey se regenere de una vez por todas.

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