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Alcohol

Papiroflexia. «Al margen del vandalismo, luego están los valores que se transmiten y el modelo educativo» Alberto Artiles

Jueves, 1 de enero 1970

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Es un problema difícil, pero está al alcance de todos y hay que encontrarle solución, por drástica que sea, para resolverlo. Y pedir responsabilidad a los organizadores y colaboradores de fiestas populares y privadas, por daños y molestias a los vecinos y limpieza que, después de estas las juergas dejan todo con un aspecto deplorable de civismo, con daños a contenedores y suciedad en playas y lugares públicos.

¿Sabe que el gasto anual que supone a los ayuntamientos, tan solo limpiar los efectos del botellón, ni siquiera los desperfectos o los servicios extraordinarios de vigilancia o sanidad, supera el millón de euros? ¿Ha leído que uno de cada cinco chavales en España menores de 14 años se ha iniciado ya en el consumo de alcohol, y que el lugar y la ocasión se la brinda el botellón?

Ante la presencia constante de los macrobotellones organizados como expresión de la adolescencia, lanzo mi reflexión. Lo admito, soy de otra generación, pero me parece absurdo que grupos de jóvenes compitan para ver quién celebra el botellón más grande y concurrido en las fiestas de verano. ¿Cuál es el honor que se disputa? ¿Quién es capaz de dejar más basura por metro cuadrado? ¿Quién es capaz de engullir más alcohol en menos tiempo? Creo que los jóvenes cometen un error al asociar diversión con alcohol, y aún es joven (treintañero...) quien escribe.

Las copas no hacen amigos, solo anulan a quien abusa de ellas. Sin embargo, estos encuentran cómplices en las instituciones públicas que organizan fiestas y no controlan el alcohol que se vende. La reacción del ayuntamiento de Mogán acabando con el desmadre en Arguineguín el pasado domingo se valora, pero también se deberían depurar responsabilidades. Así como tras el ruidoso y sucio festival Madzoo celebrado en la capital. Y estos son solo dos ejemplos de muchos.

Al margen del vandalismo, luego están los valores que se transmiten y el modelo educativo. Creo que el patrón cultural del que bebe la juventud está fracasando. Es posible que los padres hayan llegado con los hijos a un grado de permisividad y colegueo con graves consecuencias.

Pero este fenómeno era ya un problema visible en las calles de nuestros pueblos desde hace, al menos, una década, y las autoridades no le han dado una respuesta adecuada. Es posible ser joven y divertirse sanamente sin molestar a los demás, sin buscar peleas y, sobre todo, sin violencia. Pero será que me estoy haciendo mayor...

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