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Domingo, 10 de octubre 2021, 09:12
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En los años en los que Emilio Alonso Manglano fue director de la Inteligencia española, el Rey Juan Carlos compartió con él muchas reflexiones, secretos y valoraciones sobre sus cuatro primeros presidentes del Gobierno: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González y José María Aznar. Así consta en 'El jefe de los espías' (Roca Ediciones), la biografía del jefe del Cesid redactada a partir de la ingente documentación que incluye su archivo personal, y que en la última semana está adelantando ABC en exclusiva.
Las audiencias que el Rey concedió a Manglano, sumadas a los encuentros que éste mantuvo con los presidentes del Gobierno, sus ministros u otros cargos públicos relevantes, permiten reconstruir los entresijos de la relación entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno.
En La Zarzuela preocupaba la posición de Adolfo Suárez, el presidente del Gobierno que el Rey eligió para pilotar el proceso de la Transición, que después ganó las elecciones de 1977 y 1979 y que acabó dimitiendo a finales de enero de 1981. A comienzos de ese año algo se rompió en la relación de confianza entre el Monarca y el ya expresidente del Gobierno. «A medida que ganaba elecciones me hacía menos caso. Hacía de jefe de Estado», llegó a afirmar el Monarca.
Don Juan Carlos también le dio su opinión a Manglano sobre las dos personas que habían sucedido interinamente a Adolfo Suárez: el que había heredado el mando en el partido, Agustín Rodríguez Sahagún, y el que había tomado el testigo en la Presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo. De Rodríguez Sahagún, el Rey dijo que «no ve más allá de sus narices», mientras que de Calvo-Sotelo opinó que es «más serio y más puntual», y una cualidad muy importante: «Tiene idea del Estado». No hay duda de que prefería al segundo, pero de sus palabras no podía deducirse un entusiasmo especial.
En las anotaciones de Manglano, recogidas en 'El jefe de los espías', hay una cuestión recurrente: salvo en 1986, cuando se acercan convocatorias electorales Felipe González siempre tiene previsto dar un paso atrás. Así fue en 1989, 1993 y 1996, y en las tres ocasiones acabó presentándose. «Felipe está encerrado con sus fontaneros. Tiene que salir», dijo el Rey sobre González.
El 3 de marzo de 1996 la derecha tumbó por fin al Partido Socialista. El Rey, según las anotaciones, mostró su preferencia por González, aunque acabó sucumbiendo a la forma de trabajar de Aznar: «Me llama para todo y me habla claro. Tiene habilidad para escuchar y no hablar», aseguró a Manglano.
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