Las infantas afirman que se vacunaron para poder visitar a su padre

De no haber sido por ese filial objetivo, habrían esperado «al turno de vacunación en España, cuando nos hubiera correspondido». Elena, de 57 años, y Cristina, de 55, hubieran tenido que esperar algunos meses en España. Las infantas viajaron el primer fin de semana de febrero a Abu Dabi, donde reside Juan Carlos de Borbón desde que abandonó España el 3 de agosto. Regresaron una semana después.

La embajada de Emiratos Árabes en Madrid señaló ayer que la vacunación en su país está reservada a sus nacionales o a extranjeros con residencia en el país. El pasaporte sanitario, además, no es necesario para entrar en el país, el requisito exigido es una prueba PCR negativa.

Tras hacer público su comunicado, la infanta Elena acudió al palacio de la Zarzuela desde su trabajo en la fundación Mapfre. La Casa del Rey no informó del motivo de la visita por tratarse de un asunto privado. Fue, según la versión oficial, a visitar a su madre. El martes, tras conocerse la vacunación, portavoces de la Zarzuela señalaron que Felipe VI «no es responsable de los actos de sus hermanas» y, por tanto, no había más comentarios.

Pese al hermetismo y el desmarque de la Zarzuela, la inmunización de las infantas ha sido un nuevo revés a la «ejemplaridad» que busca Felipe VI para la Corona, tarea que el presidente del Gobierno ensalza en cuanto tiene ocasión. El matiz de que sus hermanas no forman parte de la Familia Real es demasiado sutil, incluso para los miembros del Gobierno.

Aunque en la Moncloa tampoco valoraron el hecho, el vicepresidente segundo fue rotundo y aseguró que la sociedad «no acepta que miembros de la Casa Real se vacunen en Abu Dabi cuando el resto de españoles está disciplinadamente a la cola» hasta que llegue su turno. Esos comportamientos, resaltó Pablo Iglesias, causan «una indignación enorme en la sociedad».

Pero también hay enfado entre los ministros socialistas. El titular de Política Territorial apuntó que esas conductas «contribuyen a que la gente tenga mucha desconfianza» en sus representantes institucionales. «Fatal», resumió Miquel Iceta.

Menos diplomático, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, consideró que las infantas son «una impresentables» que tienen «una caradura impresionante», y además «hacen un servicio deplorable a su hermano».

El reverso de la moneda estuvo lo encarnaron PP y Vox, que enmarcaron la vacunación de las hijas del emérito en su vida privada. El portavoz nacional de los populares y alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, consideró que no se han aprovechado de su condición, y además «no le han quitado la vacuna a ningún español». Javier Ortega-Smith, secretario general del partido ultraderechista, habló de «decisión personal», mientras que su compañera y portavoz en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, consideró que se trata de un episodio más en la «campaña de meses contra la Corona».

El ruido generado en torno a las infantas contrastó con el silencio en torno al general Félix San Roldán, exdirector del CNI, que también aprovechó su visita al emérito con motivo de su cumpleaños el pasado 5 de enero para vacunarse.