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Un emérito privilegiado

Un emérito privilegiado

Don Juan Carlos conservó el título de rey, la permanencia en la Familia Real y logró la condición de aforado tras su abdicación, un estatus bien distinto del que gozan los también monarcas salientes Beatriz de Holanda y Alberto de Bélgica

Sábado, 8 de agosto 2020

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Hasta 2013, y durante más de seis décadas, cada 30 de abril aparecía marcado en rojo en el calendario de los holandeses. Celebraban su fiesta nacional, el Día de la Reina, primero en honor de Juliana y más tarde de Beatriz. Aquella mañana, Palacio confirmó lo que era un secreto a voces, la abdicación de la corona de su soberana tras 33 años en el trono en favor de Guillermo-Alejandro. La reina Beatriz lo había confesado en alguna ocasión, que su intención era seguir los pasos de su progenitora y apartarse a los 75 años. Dijo, y así se vio, que no había mayor orgullo y motivo de júbilo para una madre que ver a su hijo convertirse en rey; que la coronación tenía que ser una fiesta, no un acto que siguiera al del entierro de otro monarca. Desde el año siguiente, desde 2014, el Día del Rey en los Países Bajos se celebra el 27 de abril, fecha de nacimiento del actual monarca.

No se habían cumplido tres meses del relevo en la Casa Real de los Orange-Nassau cuando otro rey europeo tomó el mismo camino que Beatriz. Alberto de Bélgica no estaba predestinado a reinar. Pero quiso la naturaleza que su hermano Balduino no tuviera descendencia y que él fuera su legítimo heredero. La Casa Real belga había diseñado un plan para, una vez faltara Balduino, Alberto renunciara a sus derechos en favor de Felipe. Pero la muerte prematura del marido de Fabiola, a los 62 años, lo desbarató todo; de ahí que Alberto fuera durante dos décadas el rey de los belgas.

La anterior reina de Holanda adoptó el título de princesa y se mantiene como miembro de la Casa

Al año siguiente, el 2 de junio, primero Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, y más tarde el propio don Juan Carlos, en sendos mensajes en televisión, sorprendieron con el anuncio del cambio en la Jefatura del Estado. Ese día se puso en marcha la maquinaria para que diecisiete días después don Felipe pudiera ser proclamado Rey de España en las Cortes, tiempo que se empleó también para perfilar y dar base legal a la posición y funciones del rey saliente después de casi cuatro décadas al frente de la Casa Real.

Condición irrenunciable

A la hora de ceder el trono, don Juan Carlos, como ahora en la aceptación de irse de España para no dañar a la Corona por, según sus palabras, «ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada», puso una condición irrenunciable: mantener el título de Rey de España. El 13 de junio de 2014, el propio don Juan Carlos firmó un real decreto del Gobierno por el que se disponía que «continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de rey, con tratamiento de majestad y honores análogos a los establecidos para el heredero de la Corona». Rey a secas, sin la coletilla de emérito que a don Juan Carlos, según comentan en su entorno, tanto incomoda, pero que ha colonizado las redacciones primero y la calle después para distinguir así al rey padre del rey hijo.

A ello se unió la decisión de don Felipe de mantener a sus progenitores como miembros de la Familia Real, y no de la Familia del Rey, con agendas propias con las que representar a la Corona. Precisamente, la reorganización de la Casa, al ser facultad única del monarca, es la baza que mantiene Felipe VI en el supuesto de tener que ofrecer otro gesto de distanciamiento con su padre, una vez que en junio del año pasado lo apartara de los actos oficiales, que en marzo le retirara la asignación y renunciara públicamente a su herencia, y que ahora impulsara su salida de Zarzuela.

1. La hoy princesa Beatriz, el año pasado, en un acto en representación de la Corona. 2. Don Juan Carlos, en una regata en Bayona en septiembre de 2017. 3. Alberto de los belgas bromea con don Juan Carlos y doña Sofía en la canonización, en 2014, de Juan Pablo II.
Imagen principal - 1. La hoy princesa Beatriz, el año pasado, en un acto en representación de la Corona. 2. Don Juan Carlos, en una regata en Bayona en septiembre de 2017. 3. Alberto de los belgas bromea con don Juan Carlos y doña Sofía en la canonización, en 2014, de Juan Pablo II.
Imagen secundaria 1 - 1. La hoy princesa Beatriz, el año pasado, en un acto en representación de la Corona. 2. Don Juan Carlos, en una regata en Bayona en septiembre de 2017. 3. Alberto de los belgas bromea con don Juan Carlos y doña Sofía en la canonización, en 2014, de Juan Pablo II.
Imagen secundaria 2 - 1. La hoy princesa Beatriz, el año pasado, en un acto en representación de la Corona. 2. Don Juan Carlos, en una regata en Bayona en septiembre de 2017. 3. Alberto de los belgas bromea con don Juan Carlos y doña Sofía en la canonización, en 2014, de Juan Pablo II.

El traspaso de poderes en Países Bajos y en Bélgica no precisó de tantas intervenciones como en nuestro país. En Holanda ya había mucho trabajo hecho, hasta el punto de que parece haberse institucionalizado ya que el jefe de la Casa de los Orange se jubile a los 75. La reina Beatriz cedió su corona y su título, para adoptar el de princesa de los Países Bajos, como también en su día hizo su madre Juliana.

Beatriz, que ha aceptado de buen gusto su nueva situación, sigue como miembro de la Familia Real y colabora activamente con la Corona en todo tipo de actos benéficos y culturales. Y no despega de su cara una enorme sonrisa. No puede decirse lo mismo de Alberto de Bélgica, a quien sí se le mantuvo el título de rey, pero apartado de la Familia Real y sin agenda. El padre de Felipe de los belgas, lejos de contribuir a fortalecer la imagen de la monarquía, se dedicó los primeros meses a criticar, en televisiones privadas del país, la escasa asignación que le había quedado.

Nueva paternidad

No fue ese el único de sus males. El rey Alberto perdió su inviolavilidad desde el momento en que abdicó, de lo que se valieron los abogados de la hija de una noble belga para llevarlo ante los tribunales ordinarios y obtener una prueba de paternidad que confirmó que sí, que Delphine Boël era hija suya.

El padre del Felipe de los belgas, apartado de la Familia Real, es crítico con su baja asignación

También don Juan Carlos y la reina Beatriz perdieron su inmunidad. La diferencia entre el emérito español y los otros dos monarcas que dieron un paso al lado es que el padre de Felipe VI goza de la protección del aforamiento, una ventaja procesal de la que disfrutan miembros del Gobierno, diputados, senadores y la cúpula del poder judicial. En total, más de 17.600 personas en nuestro país. La instrucción y el juicio de las causas de los aforados se llevan a cabo en el Tribuna Supremo.

Don Juan Carlos reforzó su protección con un reforma exprés de la Ley Orgánica del Poder Judicial del 11 de julio del 2014, se introdujo que «además de las competencias atribuidas a las salas de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Supremo en los artículos 56 y 57, dichas salas conocerán de la tramitación y enjuiciamiento de las acciones civiles y penales, respectivamente, dirigidas contra la Reina consorte o el consorte de la Reina, la Princesa o Príncipe de Asturias y su consorte, así como contra el Rey o Reina que hubiere abdicado y su consorte».

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