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J. Bacorelle
Madrid
Martes, 23 de noviembre 2021, 00:10
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Los combustibles han registrado durante esta semana sus precios más altos de los últimos siete años. Tras una subida de siete semanas consecutivas entre septiembre y octubre, la gasolina se ha encarecido un 27% a lo largo de 2021, mientras que gasóleo lo ha hecho todavía más, con un aumento del 29%.
La mitad del precio se debe a la aplicación de impuestos, por los que se recaudan aproximadamente 21.000 millones de euros.
«Con los datos actuales, llenar un depósito con 55 litros de gasolina le cuesta al conductor en torno a 83 euros. Mientras que, si hablamos de gasóleo, el precio final queda alrededor de los 76. En definitiva, los carburantes en España se han encarecido a un ritmo que parece no detenerse, al menos a corto plazo», explica Manel Montero, director general de Grupo Moure.
Algunos de los factores que intervienen en esta subida son el encarecimiento del precio del petróleo. Y es que, si bien los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) redujeron la oferta de barriles de crudo por la baja demanda a raíz de las restricciones del coronavirus; ahora, con una demanda mayor, la oferta se mantiene estática, aumentando así el precio del barril.
A todo esto hay que añadir que los operadores han introducido un margen bruto que, según datos de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), es un 50% superior al del año 2014, pasando de 0,17 euros por litro a 0,25 euros.
«En estos momentos en donde el precio del carburante está reflejando precios máximos, es muy importante desglosar el precio del carburante, el cual está dividido en tres elementos», explica el experto.
En primer lugar, está el precio de la materia prima (petróleo), que como ya se ha mencionado depende de la ley de oferta y demanda y otros factores, como conflictos entre países. Luego aparecen los costes fijos, como el transporte o los intermediaros, que representa entre el 9% y el 10% del precio final. En último lugar, con un valor cercano al 50% del monto, están los impuestos.
«En España tenemos tres impuestos que gravan los carburantes. El Impuesto Especial de Hidrocarburos General (TEG), que se traduce en 400,69 €/ m³ en las gasolinas 95 y 307 €/ m³ en los gasóleos tipo A, el Impuesto Especial de Hidrocarburos Especial (TEE), que conlleva 72€/m³ tanto en las gasolinas 95 y en los gasóleos tipo A, y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), con una aplicación del 21% sobre el valor total del precio», detalla Montero.
De este modo, tomando como referencia los datos de la AOP (Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos) sobre el precio medio de la gasolina 95 en el mes de agosto, de 1,417 euros que paga el consumidor, 0,699 € equivalen al carburante y el resto (0,717 €) son impuestos.
Pese al alto nivel de impuestos y las constantes subidas de precio registradas este año, España se sitúa como uno de los países de Europa Occidental en los que el precio del carburante es más bajo.
«El 50% del precio que pagamos por el carburante representan impuestos, pero podríamos estar peor. En países como Reino Unido, Alemania, Suecia, Holanda o Luxemburgo, el coste fiscal se mueve entorno al 60%», revela el experto.
Entre las regiones más importantes de la Unión Europea con mayor PIB (Producto Interior Bruto), España destaca tanto por sus precios bajos como por los niveles de impuestos. Países Bajos encabeza la lista con un precio de venta al público de 1,97 € el litro de gasolina, de los cuáles 1,16€ son impuestos. En otras zonas como Portugal, Francia o Alemania, la situación es la misma, con precios por encima del 1,70€, de los cuáles en torno al 60% son impuestos.
Una primera recomendación habitual para intentar ahorrar unos céntimos a la hora de repostar es la de llenar el depósito por la mañana temprano. La temperatura ambiente y del suelo es más baja. Todas las estaciones de servicio tienen sus depósitos bajo tierra. Al contrario pasa durante el día, cuando la temperatura del suelo sube y los carburantes tienden a expandirse. Por esto último, si se llena el depósito al medio día, por la tarde o al anochecer, el litro de combustible no será un litro exactamente. En la industria petrolera, la gravedad específica y la temperatura del suelo juegan un papel muy importante.
Técnicos del sector puntualizan sin embargo a ABC que «no es así, porque el contador del surtidor sólo mide volumen (que es la magnitud que se mide en litros) y no varía su lectura. Pero si, como consecuencia de su temperatura, tiene mayor peso específico, ese litro pesará más y aportará más energía, que es lo que en definitiva compramos en la gasolinera».
Según SPG Talleres, uno de los motivos por los cuales procuramos conducir con el depósito lleno es por aprovechar un precio adecuado de la gasolina. Sin embargo, tras hacer los cálculos del ahorro por litro y el coste por el sobrepeso, puede haber una diferencia en torno a 25 kilos entre un depósito mediado y otro completamente lleno.
Lo que sí es cierto es que un depósito lleno evita de forma más efectiva que la gasolina se evapore, ya que al haber menos espacio para el aire, ante un aumento de temperaturas la condensación es menor que si el depósito está bajo mínimos.
Cuanto más combustible haya en el depósito, menos aire hay en el mismo. El carburante se evapora más rápidamente de lo que se suele pensar. Por eso los grandes depósitos cisterna de las refinerías tienen techos flotantes en el interior, manteniendo el aire separado del combustible, con el objetivo de mantener la evaporación al mínimo.
Además, las bombas de combustible son eléctricas, por lo que si se encuentran totalmente sumergidas en el líquido, tendrán un mayor enfriamiento y con ello un mejor mantenimiento por sí solas.
Con el depósito vacío el coche pesará menos, pero si vamos casi en reserva el vehículo tendrá que utilizar el combustible depositado en la parte baja del tanque, donde puede quedar suciedad y restos de agua, polvo y otros componentes que pueden llegar a atascar el filtro que protege la bomba del depósito.
Con todos estos datos, los expertos de SPG Talleres recomiendan llevar el depósito medio lleno, con tendencia al lleno absoluto, pero sin llegar a él.
Otras recomendaciones para ahorrar combustible y no provocar daños al motor son, por ejemplo, evitar llenar el depósito cuando se están rellenando los tanques de la gasolinera ni inmediatamente después. Si se llega a la estación del servicio y ve un camión cisterna que está rellenando los tanques subterráneos de la misma, o los acaba de rellenar, se suele recomendar que se evite repostar en ese momento. La explicación es que al rellenar los tanques se remueve el combustible restante en los mismos y los sedimentos del fondo. Así que corre el riesgo de repostar combustible sucio. Sin embargo los técnicos expertos consultados por este periódico no están de acuerdo en esta última aseveración.
Finalmente, cuando llenes el depósito, se recomienda que no se apriete la manilla del surtidor al máximo, porque según la presión que se ejerza, la velocidad del surtidor puede ser lenta, media o alta. En este caso se recomendaría elegir el modo más lento para lograr ahorrar dinero.
Al surtir más lentamente, se crea menos vapor, y la mayor parte del vertido se convierte en un lleno eficaz. Todas las mangueras surtidoras devuelven el vapor a al tanque. Si se llena el depósito apretando la manilla al máximo un cierto porcentaje del líquido que entra en el depósito se transforma en vapor y vuelve por la manguera del surtidor al depósito de la estación. Con lo cual, consiguen menos combustible por el mismo dinero.
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