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A. Noguerol
Jueves, 5 de octubre 2023, 17:12
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El aceite es uno de los componentes más importantes en la mecánica del vehículo, ya que tiene un papel fundamental en el buen funcionamiento de los sistemas internos. Con la paulatina bajada de las temperaturas y tras el verano es recomendable revisar en qué estado se encuentra.
Se encarga de lubricar y proteger el motor del automóvil, además de reducir el desgaste causado por la fricción de los diferentes elementos. Un buen aceite ayuda a reducir el consumo de combustible, las emisiones de CO2 y gases contaminantes y, por supuesto, disminuir el desgaste del motor. Si está en mal estado y no se cambia, puede llegar a dañar gravemente el motor.
El mantenimiento de los niveles y su manipulado, es una de las tareas más sencillas de realizar uno mismo, aunque hay que tener en cuenta una serie de pautas. Conviene respetar los intercambios de cambio recomendados por el fabricante, ya que es un parámetro clave normalmente asociado al kilometraje del vehículo o al límite temporal recomendado para el uso del lubricante, lo que suceda antes.
Aunque existen otras variedades que han ido desapareciendo con la llegada de nuevos lubricantes para motor más eficientes, en el mercado podemos conseguir aceites sintéticos y minerales. Lo idóneo para conocer cuál es el mejor aceite para tu vehículo es consultarlo directamente en el manual del fabricante. Ahora bien, de acuerdo a los años y el kilometraje que tenga tu coche, puedes escoger entre un tipo de aceite u otro.
Los principales tipos de aceite son:
1
Apenas se utilizan hoy en día, sólo para algunos coches clásicos y maquinaria.
2
También están en desuso. Trabajan en un a franja de temperaturas muy pequeña.
3
Se pueden utilizar durante todo el año, pero cada vez se usan menos en los coches modernos.
4
Se les añaden compuestos químicos, como detergentes, que varían su comportamiento con la temperatura.
5
Contienen más aditivos y están más preparados para soportar el duro castigo al que someten a los lubricantes los motores modernos.
Además de esta clasificación, los expertos de Oscaro nos explican cómo saber qué está en un nivel óptimo. En este caso, la comprobación es muy sencilla: sólo hay que introducir la varilla del aceite en el conducto para verificar que no está por encima ni por debajo de tres cuartas partes de lo indicado como «ideal». ¡Ojo! No olvides hacer este test en un suelo llano y con motor frío para que la marcación no se vea alterada.
Cada tipo de lubricante lleva en su envase un código que hace referencia a sus especificaciones. Los números responden a la viscosidad o espesor del aceite. Este aspecto está inversamente relacionado con la temperatura, es decir, a más calor menos espesor y viceversa. Por ejemplo, en un aceite 10W40, los dos dígitos que preceden a la W indican el grado de viscosidad en frío es de grado 10, mientras que los dos dígitos posteriores muestran el mismo indicador, pero en calor.
Cuando vemos que en el envase del aceite pone 0W30, quiere decir que su viscosidad en frío es de grado 0 y en caliente de grado 30. En general, suele interesar un grado de viscosidad en frío lo más bajo posible para que el aceite fluya mejor y llegue lo antes posible a las piezas a lubricar. Lo normal en los motores modernos es que se empleen aceites con grados de viscosidad en frío entre 0 y 10 (siempre son múltiplos de 5).
Por lo general, en el manual de instrucciones del coche se especifica claramente el grado de viscosidad que se debe emplear.
Finalmente, si nosotros mismos vamos a realizar el cambio de aceite lo primero que deberemos hacer es colocar el vehículo en una superficie llana y revolucionar un poco el vehículo, ya que es recomendable hacer esta gestión con el motor ligeramente caliente. Después, levantaremos el vehículo ayudado de un gato para desenroscar el tapón de salida del conducto del aceite con la ayuda de una llave inglesa. Previamente, habremos colocado un recipiente para recoger el aceite y evitar que se derrame en el asfalto. Pasados unos 10 minutos y habiéndonos asegurado de que ha salido todo el líquido, cerramos el tapón de salida, devolvemos el vehículo a su altura habitual y rellenamos el depósito con el aceite nuevo. Una vez hecho, comprobamos con la varilla el nivel para asegurar que está en el nivel óptimo.
Aunque la gestión del cambio de aceite termina aquí, no debemos olvidar un último y sencillo gesto: reciclar el aceite antiguo. Es un componente altamente contaminante y hay infinidad de contenedores en entornos urbanos en los que podemos depositar este excedente contribuyendo al bienestar del medioambiente.
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