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Centenares de asistentes al festival de música Lollapalooza esperaban este viernes a hacerse el control sanitario para entrar en su hotel en Chicago. AFP
El difícil septiembre

El difícil septiembre

Mientras Biden insta a la vacunación en las empresas, la UE no ha fijado aún su plan para la vuelta al trabajo, pero podría apostar por un modelo flexible

salvador arroyo, beatriz juez y miguel pérez

Corresponsal. Bruselas | Corresponsal. París

Viernes, 30 de julio 2021, 21:55

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Estados Unidos ha abierto el debate sobre el regreso a la vida laboral en septiembre. Obligado por una campaña de inmunización más lenta de lo previsto y el inexorable avance de la variante Delta, el presidente, Joe Biden, anunció el jueves que cuatro millones de empleados federales deberán vacunarse o cumplir medidas como someterse a una o dos PCR semanales y llevar puesta la mascarilla permanentemente en su lugar de trabajo.

Tanto Biden como el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, instaron a las empresas a seguir su norma. «Si quieren hacer negocios con el Gobierno federal, vacunen a sus trabajadores», advirtió el inquilino de la Casa Blanca, quien dejó claro que su recomendación nada tiene de broma. «No estamos totalmente fuera de peligro, porque lo que está ocurriendo en Estados Unidos en este momento es una pandemia de los no vacunados. Si no estás vacunado, representas un problema: para ti mismo, para tu familia y para aquellos con los que trabajas», subrayó. El Pentágono estudia también la incorporación del antiviral al programa habitual de vacunación del Ejército.

La estrategia del mandatario estadounidense, que preveía un retorno al trabajo mucho más apacible con la población prácticamente en niveles de inmunidad de rebaño, puede quizá marcar una pauta en medio de un oscuro pantano. Porque tampoco en Europa se sabe muy bien qué hacer. Como sucede al otro lado del Atlántico, la UE no esperaba un verano descontrolado como éste y sí que la crisis sanitaria llegase a octubre mucho más calmada, sin las tasas de contagio tan altas en algunos territorios ni la OMS alertando de una nueva ola pandémica que ahora afectará especialmente a Asia en una especie de espiral continua. En Israel, el presidente, Isaac Herzog, quiso dar ejemplo y este viernes ya se inoculó la tercera dosis de antiviral.

LAS OPINIONES:

  • Joe Biden - Presidente de Estados Unidos. «No estamos totalmente fuera de peligro, porque lo que está ocurriendo en Estados Unidos en este momento es una pandemia de los no vacunados».

  • Luca Zaia - Gobernador del Véneto (Italia). «Hemos pasado de hacer profilaxis sanitaria en la escuela a un punto en el que es difícil usar un hisopo porque se nos acusa de poner microchips en la nariz de los niños. Hacer lo que tenemos el deber de hacer se está convirtiendo en un problema».

  • Maya Fried - Asociación por los Derechos Civiles de Israel. «Si va a ser una política que vulnera el derecho al empleo y el derecho de una persona a elegir lo que hace con su cuerpo para ser empleada, tiene que ser sometida al proceso legislativo».

  • Emmanuel Macron - Presidente de Francia. «Si mañana usted contamina a su padre, a su madre o a mí, yo soy víctima de su libertad cuando tiene la posibilidad de tener algo que puede protegerle y protegerme. Eso no se llama libertad, es irresponsabilidad».

  • Rochelle Walensky - Directora de los CDC de EE UU. «No estamos gritando: '¡Que viene el lobo!'. Esto es serio. Estamos ante uno de los virus más transmisibles que conocemos. La variante Delta es tan contagiosa como la varicela, la guerra ha cambiado».

Y, desde luego, la Unión tampoco quiere que se repita el diluvio de bajas laborales -casi dos millones- ocasionado por los contactos con positivos durante la desescalada reciente de Inglaterra, que ha asfixiado este mes al tejido empresarial británico. Un ejemplo de lo que sucede cuando todos los cabos de una estrategia no están amarrados.

Bruselas no ha fijado de momento directrices claras sobre la vuelta presencial al trabajo. Existe un Acuerdo Marco Europeo de Teletrabajo que tiene casi dos décadas y que los expertos consideran que ya necesita actualización (cuando se gestó, el nivel de desarrollo tecnológico era otro). Pero las fórmulas dependen de los gobiernos nacionales. Algunos lo contemplan en su legislación laboral y otros lo dejan en manos de convenios colectivos. Así que lo previsible es que esa inercia se mantenga y no se espera una posición homogénea.

La situación epidemiológica y las negociaciones empresa-empleados serán determinantes. El propio Ejecutivo comunitario (como el Parlamento Europeo), que envió a casa a cerca de 25.000 funcionarios con el estallido de la pandemia, está trabajando en una fórmula mixta que en su momento planteaba el regreso a la oficina sólo dos días a la semana, aunque sin imposición; de manera flexible. Una idea que, según los servicios de estadística de la UE, tendría también buena acogida entre un alto porcentaje de trabajadores europeos.

Más del 65% respaldan esa flexibilidad y seguir trabajando desde casa la mitad de la semana laboral. Aunque ya hay algunas empresas que irán más allá. AXA Bank Bélgica ha lanzado una comunicación oficial en la que se erige como pionera de una fórmula capaz de ser replicada en otros puntos de Europa: «Los empleados podrán elegir entre trabajar desde casa o en la oficina en función de sus preferencias, citas de equipo y servicio al cliente». No es a la carta, porque requiere de acuerdos internos, pero casi.

Las lecciones francesas

Dentro del contexto comunitario, las miradas se centran en Francia, promotor de medidas drásticas como la vacunación obligatorio del personal sanitario o el uso del pase Covid para lograr el acceso a la hostelería o los espectáculos culturales. Pues bien, el Gobierno galo apuesta por la pedagogía para disipar los temores de los trabajadores sobre el antiviral. Su objetivo es lograr que el mayor número posible de franceses se vacunen, sin imponer, de momento, la inmunización obligatoria para toda la población.

Una prioridad es la de facilitar este proceso a los trabajadores, permitiendo que se inyecten en horas laborables. A partir del 30 de agosto, los empleados de establecimientos que reciban público - por ejemplo, bares, restaurantes y museos- sí estarán obligados a presentar un certificado sanitario para poder trabajar. Como en Italia y otros países, estas medidas se enfrentan en Francia a insistentes movilizaciones de quienes lo consideran un factor de discriminación.

Algunos gobiernos europeos han sondeado a las patronales y sindicatos, aunque la conclusión más generalizada es que habrá que esperar a septiembre. Dos factores que condicionan la vuelta al trabajo son el nivel de vacunación que habrá entonces en la UE -ahora es del 70%, pero baja 30 puntos en los que han recibido la doble pauta- y el efecto de las vacaciones de agosto, con millones de desplazamientos turísticos, en la tendencia de los contagios.

Más de 3.000 policías para controlar las protestas en París

Francia vivirá este viernes una nueva jornada de protestas contra la extensión del certificado sanitario, que a partir del 9 de agosto será exigido para entrar en bares y restaurantes y en transportes de largo recorrido. París se prepara de manera especial para las manifestaciones y destinará más de 3.000 policías y gendarmes para tratar de contener las protestas y evitar altercados y destrozos del mobiliario urbano. Hasta ahora las movilizaciones han sido, en general, pacíficas, aunque se han registrado algunos enfrentamientos en la capital.

Por tercer sábado consecutivo, el Gobierno espera una fuerte movilización en todo el país contra el certificado sanitario y la obligatoriedad de la vacuna para el personal médico y otros profesionales. El 17 de julio, un total de 114.000 personas protestaron contra «la dictadura sanitaria»; el 24 de julio fueron ya 161.000 los que salieron al grito de «libertad». En Facebook, grupos regionales anticertificado sanitario y antivacunas han instado a sus simpatizantes a acudir a París, donde se esperan unos 10.000 manifestantes.

El movimiento de protesta es muy variopinto. Se juntan desde antivacunas a 'chalecos amarillos', pasando por simpatizantes de extrema derecha o extrema izquierda y profesionales afectados por la obligatoriedad de la vacuna, como las enfermeras. A las protestas podrían sumarse hoy profesores y padres de alumnos críticos con el protocolo sanitario anunciado esta semana por el Gobierno para el próximo curso.

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