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Muntazer Al Zaidi, fotografiado este sábado en su casa junto a la bandera de su país. M. Ayestaran
El periodista que despidió a zapatazos a Bush: «Me habría encantado lanzar otro par a la cabeza de Aznar»

El periodista que despidió a zapatazos a Bush: «Me habría encantado lanzar otro par a la cabeza de Aznar»

Muntazer Al Zaidi, reportero iraquí que en 2008 agredió al entonces presidente de EE UU en señal de protesta por la ocupación durante una rueda de prensa, vive ahora bajo la amenaza de las milicias

Mikel Ayestaran

Bagdad

Domingo, 19 de marzo 2023, 14:32

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El periodista iraquí Muntazer Al Zaidi repasa las últimas noticias en su móvil y aplaude que la Justicia Internacional acuse de crímenes de guerra al presidente ruso, Vladímir Putin. Lo que no puede entender es que «no se aplique el mismo criterio a otras guerras y se persiga también a criminales como George Bush. ¿Qué ocurre? ¿Como no tenemos ojos azules no sufrimos como los ucranianos? ¿Somos los iraquíes ciudadanos de cuarta categoría?» El inquilino de la Casa Blanca que lanzó la invasión de Irak, de la que mañana se cumplen dos décadas, ha marcado la vida de este reportero.

La mañana del 14 de diciembre de 2008 Al Zaidi, que entonces tenía 29 años, salió de su casa en el barrio de Zafraniye más temprano de lo habitual. Era un día importante porque Bush ofrecía una rueda de prensa conjunta con el primer ministro, Nuri Al Maliki, y le correspondía cubrir este acto para la cadena Baghdadiyah. El presidente estadounidense concluía mandato y no quería dejar la Casa Blanca sin visitar antes Afganistán e Irak, escenarios de las dos guerras que puso en marcha en venganza por los ataques del 11-S.

Al Zaidi llevaba tres años esperando este momento y, además de su libreta, cogió un par de zapatos viejos que tenía en casa guardados para la ocasión y se los llevó a la oficina metidos en una bolsa de plástico. En esos tres años había tenido tiempo de preparar un testamento que grabó ante una cámara y colgaría en su canal de YouTube al terminar la rueda de prensa del presidente de Estados Unidos.

Cuando llegó a la oficina se calzó los zapatos viejos y puso rumbo a la Zona Verde para superar los controles de seguridad y acceder con el resto de colegas al palacio del primer ministro. «Había esperado tanto ese momento... pero luego fue todo muy rápido. Grité, le tiré un zapato, luego el otro y en unos segundos estaba en el suelo recibiendo patadas de los agentes de seguridad», recuerda Al Zaidi mientras repasa las imágenes de uno de los momentos icónicos de la posguerra en Irak. Su grito se escuchó en todo el mundo: «¡Toma tu beso de despedida de parte del pueblo iraquí, perro!» Bush quiso restar importancia a lo sucedido y se limitó a decir que se trataba de «una acción que buscaba llamar la atención».

Máximo desprecio

El periodista que tuvo el valor de lanzar sus zapatos a Bush (un acto de absoluto desprecio entre árabes) fue apaleado por los guardaespaldas y pasó seis meses en la cárcel por «atacar a un funcionario extranjero», según la acusación formal de la Justicia. «Bush pensaba que los iraquíes le íbamos a recibir con flores después de la invasión y de matar a tanta gente y yo reaccioné de esta manera porque quería que el mundo viera nuestro enfado con este político. Me habría encantado lanzar otro par de zapatos a la cabeza de José María Aznar», apunta Al Zaidi, en relación a la famosa imagen de las Azores, con el inquilino de la Casa Blanca reunido con el expresidente español y su homólogo británico Tony Blair cinco días antes de la invasión. El periodista grabó un vídeo en forma de testamento previo porque sabía que le podían matar, pero también porque no deseaba que grupos como Al Qaeda en Irak intentaran hacer suya esta acción de protesta contra la ocupación de Estados Unidos.

Las imágenes del líder estadounidense esquivando los zapatos con destreza dieron la vuelta al mundo y se produjeron manifestaciones de solidaridad para pedir la liberación de Al Zaidi. Incluso levantaron una estatua en forma de gran zapato en Tikrit, localidad natal de Sadam Husein. La gira de despedida del presidente republicano quedó eclipsada por la que fue bautizada como «revuelta del zapato». El periodista había logrado su objetivo, pero el respeto en las calles a su acción fue proporcional al temor a sufrir represalias y una vez puesto en libertad su canal le despidió. Al Zaidi dejó el país y vivió diez años entre Jordania y Líbano hasta que decidió regresar a casa para presentarse a las elecciones de 2018, unos comicios en los que denunció que las milicias sabotearon su candidatura y quemaron los votos que había logrado.

Opositor nato

«Soy un opositor nato y digo la verdad, por eso no tengo amigos. Me opongo a los partidos del Gobierno, a las milicias, a la ocupación estadounidense y a la injerencia de Irán», asegura rodeado de su círculo más cercano de amigos, en quienes tiene plena confianza. A su regreso a Irak participó en primera línea en las protestas que estallaron en octubre de 2019 para pedir el final de sistema sectario y de la corrupción y afirma haber sufrido siete atentados.

«Vivo bajo amenaza y lo más hiriente de todo es que las milicias me acusan de ser una marioneta al servicio de Estados Unidos para desestabilizar el Gobierno. ¿Yo al servicio de los estadounidenses? Son estos partidos y milicias quienes llegaron de la mano de la fuerza ocupante y gobiernan desde 2003 a pesar de los fracasos y de la corrupción», piensa este reportero metido a político cuya acción protesta contra Bush quedará grabada para la historia.

¿Y los zapatos? «Nunca me los entregaron, me dijeron más tarde que los destruyeron por temor a que tuvieran explosivos», responde Al Zaidi, que vengó con su viejo calzado «la muerte y destrucción causadas por este hombre en mi país. Una pena que el Tribunal de la Haya se olvide de los iraquíes».

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