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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Jueves, 21 de enero 2021, 18:32
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El terror volvió a golpear el corazón de Bagdad y lo hizo de esa forma que tantas veces ha sufrido la capital iraquí desde la invasión estadounidense de 2003. Dos suicidas se inmolaron en un céntrico mercado y al menos 32 personas perdieron la vida y otras 100 resultaron heridas en el que fue el atentado más sangriento desde enero de 2018. Los terroristas volvieron a elegir la plaza Tayaran para inmolarse y lo hicieron en dos tiempos para causar el mayor daño posible.
Un primer suicida simuló estar enfermo y se tiró al suelo para llamar la atención, cuando acudieron a auxiliarle activó el cinturón de explosivos en el popular mercado de compra y venta de ropa y zapatos. Cuando la gente acudió a socorrer a las víctimas, llegó la segunda explosión, según el relato del portavoz de Interior, general Khalid al Muhanna. En el ataque de hace dos años 35 personas perdieron la vida y hubo 90 heridos.
Ningún grupo reivindicó la acción, pero sigue el patrón de las operaciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) que una y otra vez golpearon Bagdad antes del establecimiento del califato. El analista iraquí Sajad Jivad declaró a la cadena Al Jazeera que «es un atentado con el sello del EI (…) y significa un grave fallo de seguridad por parte de un Gobierno que ya había sido avisado de la operatividad del grupo en las zonas rurales». Aunque Bagdad proclamó la victoria militar sobre el EI a finales de 2017, las células de los yihadistas han seguido activas, sobre todo a lo largo de la frontera con Siria donde no han cesado los choques con las fuerzas de seguridad.
El primer ministro Mustafa Al Kadhimi convocó una reunión de urgencia del gobierno y las agencias de seguridad para analizar lo ocurrido. La tensión política crece en el país tras la decisión de las autoridades de retrasar las elecciones de junio a octubre y en Irak, como se ha visto en el pasado reciente, la inestabilidad política viene acompañada de un incremento de la violencia. El motivo alegado para este retraso es la «falta de tiempo» para preparar las elecciones y Al Kadhimi, periodista reconvertido en jefe de espías y desde el verano en jefe de gobierno, se enfrenta a la amenaza de la vuelta de los atentados a Bagdad.
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