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Rafael M. Mañueco
Miércoles, 26 de mayo 2021, 15:01
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El presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, se refirió este miércoles por primera vez a la crisis provocada por el aterrizaje forzoso el domingo en el aeropuerto de Minsk del avión de Ryanair en el que viajaban el bloguero opositor, Román Protasévich, y su novia, Sofía Sapega. En un discurso que no fue emitido en directo por las televisiones, Lukashenko ha justificado aquella acción, en la que se empleó un avión de combate Mig-29, en el hecho de que había recibido una alerta de bomba procedente de Suiza. Lo cierto es que a bordo del avión no se encontró ningún explosivo y todo el operativo no sirvió para otra cosa que para enviar a la cárcel a Protasévich y a su pareja.
«Ningún otro país quiso que el aparato tomase tierra en su territorio, ni Atenas, ni Vilna, tampoco Varsovia, Lvov o Kiev quisieron hacerse cargo», afirmó el dirigente bielorruso en despachos recogidos por la agencia oficial Belta.«¿Qué deberíamos haber hecho? (...) Respondimos adecuadamente a la información recibida (...) trasladamos rápidamente la información a la tripulación del avión de acuerdo con las normas internacionales. Porque en ese momento el avión cruzó la frontera de Bielorrusia y estaba en nuestro espacio aéreo (...) recibió la recomendación de aterrizar en Minsk y la tripulación del avión de Ryanair aceptó el consejo», añadió.
Explicó que a bordo del avión había 123 pasajeros de diferentes países y «todos ellos estaban amenazados». En referencia a la central nuclear de Ostrovets, la única que funciona en el país, Lukashenko se preguntó «¿qué queríamos un pequeño Chernóbil y cómo hubiera reaccionado Estados Unidos en una situación así, teniendo en cuenta su triste experiencia?». Afirmó que «di orden de poner en alerta todos los sistemas de protección de la central nuclear de Ostrovets», que fue el punto donde precisamente el avión fue obligado a virar pese a encontrarse más cerca de Vilna que de Minsk.
Lukashenko ha defendido que «actué legalmente para proteger a la gente (...) pensé en la seguridad de mi país. Si el avión hubiera sido secuestrado y los terroristas quisieran destruirlo no podía permitir que cayera sobre las cabezas de nuestra población». Aseguró también que «la acusación de que envié una caza Mig-29 para forzar el aterrizaje del vuelo de Ryanair es una mentira absoluta». La misión del avión de combate, subrayó, «era garantizar el aterrizaje en caso de una situación crítica».
El lunes, el director del Departamento de Aviación del Ministerio de Transporte bielorruso, Artiom Sikorski, aseguró que recibieron una amenaza de bomba de Hamás, algo que el propio movimiento palestino ha negado y deplorado que Bielorrusia trate de involucrar a Israel y Palestina en el incidente.
Lukashenko dedicó parte de su alocución a fustigar a Occidente, su eterno enemigo. «Nuestros adversarios del extranjero y de dentro del país cambiaron de método para atacar a nuestro Estado. Han traspasado multitud de líneas rojas, han ido más allá de los límites del entendimiento y de la moral humana», manifestó ante los responsables políticos presentes durante su intervención.
Llamó la atención sobre el hecho de que el objetivo de Occidente no es solamente Bielorrusia sino Rusia. «Somos un campo de pruebas para ellos, un sitio experimental antes de la zambullida hacia el este. Después de probar con nosotros, irán allí» manifestó refiriéndose al gran vecino del este.
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