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La xenofobia y la desinformación se alimentan mutuamente. El presunto asesino de tres niñas en Southport el 29 de julio es un joven nacido en Cardiff, capital de Gales, hijo de refugiados ruandeses. Pero en una cuenta digital fue identificado como un inmigrante musulmán e ilegal. La ola de este bulo creció de forma exponencial a través de 'influencers' de extrema derecha seguidos por millones de usuarios de X y Telegram. El odio saltó de las redes a las calles y se transformó en violencia y en acoso contra centros de acogida de refugiados.
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La marea incluso amenazó con cruzar fronteras. Algunos analistas británicos alertaron sobre el efecto contagio de estos bulos difundidos a través de internet en otros países. El jueves, mientras informaba sobre la tentativa frustrada de atentado islamista durante un concierto de Taylor Swift en Viena, el ministro del Interior de Austria, Gerhard Karner, alertó sobre el «peligro» de que hubiera una reacción similar a la registrada en el Reino Unido. En este país centroeuropeo, el partido ultraderechista FPÖ tiene opciones de convertirse en la primera fuerza política. El pasado noviembre en Irlanda, otro apuñalamiento generó altercados azuzados por ultras y dirigidos contra la población de origen inmigrante.
En el Reino Unido, tras 14 años de gobiernos conservadores, los laboristas han recuperado el poder y se han encontrado con este estallido de violencia racista. Aunque no es algo nuevo. Según Amnistía Internacional, los alborotos de este tipo se producen «después de un período de intensa búsqueda de chivos expiatorios entre refugiados y migrantes por parte de políticos y otras personas». «En este contexto –añade el organismo– los algoritmos de las redes sociales han amplificado e intensificado activamente el discurso xenófobo».
En una entrevista con la periodista Oprah Winfrey, Meghan Markle, esposa del príncipe Harry, desveló una de sus amarguras: «En los meses en los que yo estaba embarazada, hubo preocupaciones y conversaciones sobre lo oscura que podía ser la piel del bebé cuando naciera». Al parecer, había británicos preocupados porque la madre de la duquesa de Sussex es afroestadounidense.
Durante la pasada campaña electoral, un voluntario del partido ultra Reform UK llamó «maldito paquistaní» al entonces primer ministro, Rishi Sunak. Cuando en 2020 el Reino Unido culminó el proceso denominado Brexit y abandonó la Unión Europea, comenzó a disminuir el número de inmigrantes comunitarios, pero aumentaron los llegados desde otros puntos del planeta.
Amnistía Internacional
En ese caldo de cultivo donde borbotea una xenofobia latente, el asesinato de Southport ha supuesto la ocasión perfecta para que las plataformas digitales den voz a agitadores de extrema derecha como Tommy Robinson y Alex Jones, que cuentan con el apoyo del dueño de X, Elon Musk, quien auguró que la guerra civil en el Reino Unido es «inevitable».
El primer ministro, Keir Starmer, quiere frenar esta deriva. Ya ha recordado que las redes sociales «no son una zona libre de leyes». La ministra del Interior, Yvette Cooper, considera que son «un cohete impulsor» de la desinformación y la violencia. A su juicio, estas plataformas «deben asumir alguna responsabilidad». Tras los incidentes de la pasada semana, ya hay detenidos por incitar en las redes a atacar a los inmigrantes, según informa el diario británico 'The Times'.
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