Starmer saca el hacha y remodela su Gobierno para evitar el adelanto electoral
La nueva crisis del Ejecutivo británico alienta la expectativas del populista Farage, muy crecido ante un gabinete «que no da la talla»
El Gobierno británico trata de mantenerse a flote en plena tormenta política. La dimisión el viernes de la 'número dos' del Ejecutivo, Angela Rayner, por ... impago de impuestos ha obligado al primer ministro, Keir Starmer, a una remodelación de urgencia de su gabinete. Apenas 14 meses después de su amplio triunfo en las elecciones, el Partido Laborista hace aguas y los sondeos apenas le otorgan el 20% del apoyo popular mientras el populismo de Reform UK, el grupo encabezado por Nigel Farage, crece de forma exponencial. Starmer, que ha designado a David Lammy como sustituto de Rayner, ha sacado el hacha para cortar cabezas entre sus ministros y también entre los subsecretarios. Trata de taponar las muchas vías de agua abiertas para evitar un adelanto electoral –los comicios están previstos para 2029–. Farage, en cambio, se frota las manos y dice estar preparándose para acudir a las urnas dentro de dos años con su programa de recortes sociales y medidas contra la inmigración.
Starmer, un político con poco carisma, ha perdido a su 'número dos', que era el gran referente de la izquierda. Rayner procede de una familia pobre y desestructurada. Sin estudios y embarazada con 16 años, llegó a la política a través del sindicalismo y la lucha obrera. Pero cometió el error de no pagar todos los impuestos al adquirir este año una segunda residencia. Pecado mortal para la vice primera ministra y, además, titular de la cartera de Vivienda. Partidaria de elevar los gravámenes para los ciudadanos, dejó de abonar casi 50.000 euros. Ha sido su tumba política.
Starmer reaccionó de inmediato con una remodelación el viernes de su gabinete y con otra serie de cambios este sábado en los puestos intermedios. Pero no parece haber servido para sofocar la hoguera. Hasta los suyos, los progresistas, empiezan a perder la fe en el proyecto. Rosie Duffield, exdiputada laborista y ahora independiente, lo expresó así: «La remodelación en el gabinete es como cambiar las sillas en la cubierta del Titanic». Asegura que está en contacto con muchos cargos de su antiguo partido y que reina el pesimismo: «Ellos no lo pueden decir, obviamente, pero comparto con algunos grupos en WhatsApp. Me temo que este Gobierno tiene los días contados», auguró en 'The Times'.
Starmer cambió el viernes a toda prisa a una docena de ministros. Yvette Cooper, por ejemplo, pasa del Ministerio del Interior al de Asuntos Exteriores. Ha sido reemplazada por Shabana Mahmood, la encargada hasta el viernes de Justicia. Ahora afrontará uno de los grandes desafíos del Ejecutivo: detener el flujo de pequeñas embarcaciones que cruzan el Canal de la Mancha con inmigrantes ilegales. Mahmood se convierte en la primera ministra musulmana sobre la que recae esta misión.
Quien sí mantiene su cargo es la titular de Economía, Rachel Reeves, pese a las críticas que ha recibido por eliminar algunas de las ayudas destinadas a los pensionistas. Starmer no se ha atrevido a tachar su nombre por miedo a la reacción de los mercados y el mundo financiero.
Los conservadores, también a la baja
El primer ministro se aferra al intercambio de carteras para mantener la estabilidad. Queda mucho hasta las elecciones de 2029 y no deja de ver cómo caen sus cargos de confianza. Tampoco los convervadores están en un ciclo de ascenso, aunque su líder, Kemi Badenoch, confía en sacar rédito de la crisis laborista:«Starmer está moviendo sillas de un lado a otro con su gobierno en plena decadencia». Pero a los conservadores les lastran sus recientes escándalos cuando estaban en Downing Street. Y mientras los partidos tradicionales se hunden, el populismo ultra de Farage crece. «Creo que ahora hay muchas posibilidades de que se celebren elecciones en 2027 y tenemos que estar preparados».
El líder de Reform UK siente que ha llegado su momento. Cuanto peor va el Reino Unido, mejor le va a él en las encuestas: «Gran Bretaña está rota, víctima de un Gobierno que no da la talla». Según esos sondeos, ya hay un tercio de los británicos que apuestan por el adelanto electoral. Starmer no quiere ni oír hablar de esa posibilidad.
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